miércoles, 8 de mayo de 2024

 

51. 

11·05·2024

III Aniversario. La Fuente de la Felicidad 

I

LA FUENTE

   Había trascurrido un año, un año ya, un año más. Un año desde aquel 6 de mayo del vigesimotercero de su era, un año desde aquel en el que celebraban otro aniversario de la fundación de la Orden de los Caballeros Alazanes y de sus primeros pasos y andanzas. Aquellos dubitativos inicios en los que las sangrantes espinas de los zarzales se tornaron en plácido follaje y las maliciosas piedras del camino en liviana arenilla de playa.

   Aquel día se presentó ante ellos, surgiendo de entre las sombras y sin que nadie se diera cuenta, un enigmático personaje, más vagabundo que peregrino, más ermitaño solitario que aldeano oriundo. Sus andrajosos harapos y sus roídos calzados lo delataban. Para nada mejoraba su imagen la mugre que recubría su piel tostada por el sol, la cual desprendía una apestosa estela tan solo seguida por una horda de moscas que, a buen seguro, eran las únicas acompañantes en su maltrecho viaje.

    Hambre y sed, toda la que un hombre puede sufrir y soportar, pues de tal saco de huesos no había indicio alguno de haber ingerido alimento consistente en mucho tiempo. De ello se percataron los comensales al ver como sus lánguidos ojos, ahogados en lágrimas y desencajados de las órbitas, contemplaban las viandas que cubrían las mesas y acompañaban con su mirada el baile de las jarras de cerveza que danzaban de brindis en brindis.

- Acérquese pobre hombre y coma algo, pues buena falta parece que le hace.

- Mil gracias mi señor, que los dioses me libren de rechazar tan gentil invitación.

- Y mientras repone fuerzas con estos manjares, díganos quien es y que hace por estos lares.

- Para unos soy un chamán, curandero o sanador, para otros, un maléfico vidente o brujo endemoniado que merece arder en la hoguera y para el resto tan solo un vividor charlatán que va contando fábulas mientras mendiga un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Si aquí me encuentro es por la curiosidad que se ha apoderado de mí, atraído por el jolgorio y algarabía que resuena más allá de los lindes de esta aldea y que, guiado por el sonido de los cantos y risotadas, me han hecho llegar hasta la presencia de tan honorables caballeros.

- Cierto es. Quizás la ilusión desmesurada que nos brinda el poder celebrar nuestro aniversario en grata compañía ocasione un alboroto mayor del esperado y seguramente del deseado por los vecinos del lugar. Pero también es cierto que el evento así lo requiere.

- Seguro que sí. Ojalá puedan mantener tanta gloria y ventura durante los años venideros, incluso para siempre. Y no tengan dudas que en sus manos está que dicho anhelo pueda ver la luz y se haga realidad durante su longeva y fructífera existencia.

- ¿Para siempre? ¿De verdad existe alguna pócima milagrosa o algún método ancestral que pueda garantizar tal deseo?

- Cuenta una mística leyenda popular que en algún lugar oculto y desconocido se alza la llamada Fuente de la Felicidad Eterna, nutrida por un manantial de agua sagrada tocada por los dioses y que, al parecer, quien bebe de alguno de sus caños le sonríe la fortuna y le envuelve una nebulosa de alegría y gozo que le acompaña y perdura hasta el fin de sus días.

- ¿Y de ser cierta tal historia, dónde podemos hallar tal valioso tesoro?

- Poco puedo aventurarles, pues no está en mi mano desvelar el paradero exacto de dicha fuente, pero sí sugerirles una manera de encontrarla.

- ¿Y cuál es esa propuesta que nos ofrece?

- Sencillo. Tan solo tendrán que descifrar un acertijo que juglares y trovadores han cantado durante generaciones y que reza de esta manera:

 

“No busques más allá del horizonte,

pues está más cerca de lo que crees.

Cierra los ojos, que el corazón te guíe.

 

Pero esto ten presente:

cuanto más tú te alejes,

al trote o a veloz galope,

más se alejará la Fuente”

 

   Dicho lo cual, y habiendo cargado copiosamente de sustento su zurrón, se despidió de los comensales para proseguir su camino con la firme promesa de volver un año después y comprobar si el éxito les había sonreído en la misión y el reto que les acababa de conferir.

   Porque así lo tomaron, como un propósito para las siguientes semanas y meses, un objetivo esperanzador y una búsqueda ilusionante: encontrar esa reliquia que les abriría las puertas de la felicidad eterna. Hacer realidad esa leyenda y agrandar así la suya propia.


II

AL GALOPE

     Y de esta guisa, ataviados con sus más rutilantes atuendos, cotas de malla, cascos y armas en perfecto estado de revista, al igual que con las monturas, riendas, estribos y demás arreos de sus corceles bien lustrosos, centelleantes y encerados, iniciaron sus cabalgadas semanales, de norte a sur y de este a oeste, padeciendo y tolerando sin afligirse los ardientes dardos del verano, el manto gélido del invierno, el mazo del cierzo acosador y otros tantos percances, contratiempos y desventuras que vertieron sobre ellos sus más perniciosas garras.

   Lances que, lejos de minar su pétrea moral y su fe en ellos mismos, endurecieron su armadura y acrecentaron la voluntad de hacer realidad el sueño marcado.

   Aprovecharon los últimos coletazos de la primavera y sus suaves temperaturas para emprender, en las últimas semanas de mayo, gestas que requerían cierto esfuerzo como la ascensión a la Atalaya de Peñaflor y al Alto del Campillo, o por Vallobera y Bosque Alto hasta Jaulín. 

   Ya en junio galoparon por los montes de Villamayor para coronar los vértices geodésicos de Francés y Flora, por los caminos de Estepa y Salada hasta el parque eólico Arias, y por Valdeatalaya y el Palú hasta Abejares. 

   Con julio y agosto llegaron las ardientes temperaturas, pero no por ello permanecieron los corceles en los establos. La Muela, las sendas de Cagarroz, pinares, torres, masías, ermitas y conventos fueron, estos meses, testigos de sus andanzas. 

   La barcaza de Sobradiel y la desembocadura del río Jalón, Torrecilla y los montes de Valmadrid, el Cabezo de la Horca y las ruinas de Rodén Viejo, Bárboles y Alagón, Pastriz y la Loma de los Franceses, Hermenegildos y la Cueva de la Hiedra también sufrieron el azote de sus herraduras antes de la arribada del crudo invierno.

    En más de una ocasión se vieron obligados a planificar rutas antibarro. Antibarro sí, pero de esas con las que tornaban a sus hogares tan rebozados en lodo que los guerreros de terracota de Xi´An parecían a su lado reyes de la pulcritud. 

   Antes de finalizar el año aún tuvieron arrestos de cabalgar por Acampadero y el Corral de la Pica, la Ermita de San Jorge, presa de Pina y La Puebla de Alfindén, las Planas y la senda de los Sapos, San Esteban y la calzada romana, Juslibol, Alfocea y Monzalbarba, Villafranca y el casino de Montesblancos.

   Con la Navidad aparcaron su búsqueda de la Fuente para disfrutar de la tradicional Ruta de los Belenes y de la celebración de estos días festivos tan señalados con un espectacular almuerzo en hermandad, donde se rindió un merecido homenaje a uno de los jinetes que goza de más aprecio y estima por parte del resto de la milicia. Veterano, fundador, alma y corazón.

   Año Nuevo, nuevas rutas. Mozota, Muel y Botorrita, Cuesta del Arzobispo y Urbanización fantasma, Karting de Zuera, Alfajarín y Petrusos, Perdiguera y la Sabina milenaria también visionaron el paso fugaz de esta incansable hueste en su afán de rastrear cualquier indicio que los llevara a resolver su cometido.

   Como las batidas próximas a la villa de Saraqusta no daban el resultado esperado también organizaron caravanas fuera de sus lindes. Con carromatos, carruajes y tartanas con los que trasportar las cabalgaduras visitaron, entre otros poblados, Belchite, Valdejasa, Rueda de Jalón, Tardienta, Remolinos, Quicena y Paniza, desde donde iniciaron respectivamente espectaculares rutas al Castillo de Sora, Ojos de Pontil, Ermita de Santa Quiteria, La Puntaza, Castillo de Montearagón y el Santuario de la Virgen del Aguila. 

   El broche dorado de todas ellas al finalizar la correría era similar: taberna acogedora, larga mesa con un buen número de Caballeros Alazanes en torno a ella, menú consistente, bromas y risas, tiempo de tertulia y extenso repertorio de batallitas. Un lujo, sin más.  

   Y no solo eso. También se tomaron la libertad de organizar un peregrinaje hacia otro de los Reinos de la Corona de Aragón, hacia tierras valencianas. Una decena de aguerridos combatientes, con las alforjas cargadas de lo necesario para tal proeza, y empacados en una nube de sensaciones dispares, iniciaron la marcha en busca de la fina línea donde el cielo besa al mar. 

   Cruzaron la estepa maña, los montes turolenses, los bosques castellonenses y cabalgaron por la Vía Verde para presentarse frente a las murallas de la capital del Turia. Pecado mortal hubiera sido regresar sin degustar el plato típico de allí, por lo que, no sin un esfuerzo sobrehumano, devoraron hasta el último grano de una fastuosa paella. Pero paella, paella. No ese “arroz con cosas” que tanto le daña el paladar y la vista al talibán de la terreta. 

   Tiempo hubo también, mientras les seducía la brisa mediterránea, para gozar de unos momentos de reflexión y paz interior frente al mar antes de retornar a Saraqusta.

   Y allá donde engendran torneos la presencia de la Orden no podía faltar. Justas, lides y otros desafíos semblantes se tercian como ocasiones idóneas donde mostrar y lucir sus habilidades y excelencias para el combate. Y que mejor oportunidad que uno de los de mayor prestigio y participación: el Orbea Monegros.

   Hasta allí acudieron sin temor alguno a pesar de tener la certeza de que tendrían que aguantar frío, lluvia y viento en una misma jornada. Sin olvidar el barro y el polvo en ingentes cantidades, de sobra para donar y regalar. Con ese manto que los envolvía hicieron realidad las palabras cristianas de las Santas Escrituras: “polvo eres, y en polvo te convertirás”.

   Aún con todas estas penalidades dejaron el pabellón bien alto, como gloriosos héroes, como ídolos, como lo que son.

   Pero de la Fuente, ni un vestigio o señal. Ya dudaban de la salud mental de aquel farsante embaucador y se preguntaban si no los había seducido con una odisea de desenlace poco honroso y que más bien se asemejaba a la fábula delirante de un trastornado. ¿O los trastornados eran ellos por perseguir esa visión fantasiosa?


III

EL ENIGMA

     Los recuerdos dieron paso a la realidad y las historias vividas al presente. Allí estaban de nuevo, un año más tarde, en la misma taberna, en la misma aldea, coloreando el lugar con sus casacas rojiblancas y ondeando con orgullo el estandarte de la hueste.

    Todavía resonaban los castañazos de jarra contra jarra y los bramidos de los concurrentes a la celebración cuando una figura fantasmagórica se presentó ante ellos. Les costó reconocer a aquel vagabundo del año anterior, pues su aspecto aún era más decrépito y lastimoso y, de no ser por la sonrisa que asomaba entre sus huesos faciales y la nube de moscas fieles que seguían con él, hubieran jurado que se trataba del espectro de un alma huida de los infiernos.

- Pero buen hombre, que mal ha propagado en este tiempo para que el destino le haya deparado tal esquelética compostura?

- Como podrán apreciar vuestras mercedes, escasos son los soplos de buenaventura con los que he sido favorecido por el azar y la providencia.

- Y aún así mantiene, cual hoja perenne, la sonrisa en su rostro.

- Como ha ser, pues este es el mejor regalo que podemos ofrecer al prójimo los que carecemos de todo bien material. Y si de sonrisas hablamos me gratifica constatar que sus arcones se hallan rebosantes de ellas, con lo que puedo deducir sin temor a equivocarme que lograron completar el desafío y fueron capaces de toparse con la Fuente de de Felicidad Eterna. ¿Estoy en lo cierto, verdad mi señor?

- Siento defraudarle pero me veo en la obligación de informarle de todo lo contrario. Hemos cabalgado sin tregua, recorriendo cuantos caminos, montes y aldeas conocemos, incluso algunos desconocidos y alejados de nuestras lindes, lugares misteriosos y recónditos, castillos con historia, rutas marcadas por leyendas populares, hemos devorado millas y millas bajo las herraduras de nuestros corceles pero sin el resultado esperado.

- Que los dioses perdonen mi osadía por contradecirle pero doy fe que, sin lugar a dudas, han logrado su propósito. Es más, convencido estoy que desde hace mucho tiempo ya están tocados por esa agua bendita, pero no han sido capaces de verlo. Quizás han galopado en busca de una fuente material, una fuente que no existe como tal. De haber dedicado algo de su tiempo a descifrar el acertijo tengan por seguro que, antes de voltear el reloj de arena, habrían encontrado la respuesta.

- Puede ser, pero entienda que somos hombres de armas, amazonas y jinetes, guerreras y paladines, todos curtidos en mil batallas, héroes en un sinfín de legendarias andanzas, pero lo de las letras... lo de las letras debo reconocer que para nosotros es algo testimonial, lo justo para no pecar de incultos y poco más. El uso de pergaminos, plumas y tinteros se los cedemos a eruditos, escribientes, monjes y otros hombres de Fe. Por ello si tuviera a bien ofrecernos la resolución a esta incógnita estaríamos agradecidos de por vida.

- Pues que así sea. Bien simple y evidente es. No tienen más que mirar a su alrededor y contemplar el semblante de la tropa y el ambiente de fraternidad y concordia que los envuelve. Como bien les dije no había que buscar más allá del horizonte, que la fuente estaba más cerca de lo que podían pensar y que cuanto más se alejaran, más se alejaría ella. ¿Y por qué? Porque LA FUENTE DE LA FELICIDAD ETERNA SON USTEDES MISMOS, y cada uno de ustedes son un riachuelo que aporta al manantial sus mejores valores. Y así, mientras vuestras mercedes no cesen de verter sus dotes y esencias personales a la fuente, esta permanecerá rebosante de contagiosa y eterna felicidad. Como hoy, como el año pasado, como siempre lo han hecho.

     Dicho lo cual, y habiéndolos dejado boquiabiertos y pensativos, marchó por donde había llegado y de igual forma: sosegado, sigiloso, discreto y con su perpetua sonrisa, pero en esta ocasión con una bolsa repleta de monedas como pago a su altruista y generosa enseñanza.

    Poco les duró el tiempo de reflexión, tan solo hasta que el tabernero repartió una nueva ronda de jarras de cerveza. Un brindis más y ya habían olvidado al peculiar caminante y a su enigmática docencia.

    Aunque, por fortuna, no todos procedieron así. Algunos grabaron a fuego sus palabras para que no quedaran relegadas en las tinieblas del olvido, la ignorancia y el oscurantismo.


EPILOGO

   Pocas semanas después les llegó la triste noticia desde una aldea cercana. Habían prendido, encarcelado y sometido a todo tipo de vejaciones y torturas a un mendigo vagabundo con una bolsa de monedas que según aseguraban  debía de ser robada. 

   Predicaba locuciones escalofriantes, sobrecogedoras y sin sentido, lo tomaron por un maleante perturbado y por ello fue condenado a la horca. Camino al patíbulo canturreaba algo desconocido para los asistentes a la ejecución y que no lograban entender: 

“...cuanto más tú te alejes... más se alejará la fuente...”. 

    Mayor sorpresa aún fue observar cómo, ya con la soga al cuello y balanceándose, mantuvo la sonrisa mientras le quedaba un hilo de vida. Y fue a partir de ese instante cuando algunos se dieron cuenta que aquel pobre hombre puede que hubiera perdido la cabeza, pero ellos habían perdido el corazón.

Por ello, y desde ahora, estarían condenados a vagar eternamente por los senderos de las lágrimas y la oscuridad.


“Ya no mana la fuente, se agotó el manantial;
ya el viajero allí, nunca va su sed a apagar.


Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia, los lirios.


Sólo el cauce arenoso de la seca corriente
le recuerda al sediento el horror de la muerte.


¡Mas no importa! a lo lejos otro arroyo murmura
donde humildes violetas, el espacio perfuman.”

 

(Rosalía de Castro)


viernes, 15 de diciembre de 2023

50. 

16·12·2023

Almuerzo Navidad

Navidad del vigésimo tercer año de nuestro Siglo. En algún lugar de Saraqusta... ...

Paseaba por las embarradas calles de la villa cuando observó un tumulto en la plaza y decidió acercarse y comprobar como los vecinos hacían corro en torno a un juglar arribado desde quien sabe donde y que, acompañado de la melodía que resonaba al pulsar las cuerdas de su laúd, contaba y canturreaba las hazañas de ciertos jinetes muy célebres y afamados del territorio. Llegó a tiempo de escuchar atentamente parte del cantar que entonaba así:

 

“ Y ahí estaba Sir Fer, aposentado en un lugar privilegiado de la mesa, junto al Gran Maese de la Orden de los Alazanes, pero con la mente alejada del bullicio, abstraído y ajeno a cuanto acontecía a su alrededor mientras disfrutaba observando los rostros dichosos y risueños de sus Caballeros en un día tan especial como era este.

 La correría con la que previamente habían cabalgado hasta la aldea de Pastriz no entraría en los anales de la historia por su distancia ni dureza, pero tampoco esa era la pretensión. Su fin no era otro que el de disfrutar de un día de convivencia, fraternidad y compañerismo celebrando como se merecía, y un año más, la llegada de la Navidad.

 Una vez despertó de esa burbuja de aislamiento y ensoñación que lo envolvía y retornó al mundo terrenal logró, a duras penas, adoptar una digna posición erguida y golpeando bruscamente y repetidas veces su jarra contra la maciza tabla, donde tan solo resistían pequeñas muestras de los manjares devorados y engullidos por los comensales allí presentes, logró acallar la algarabía y el jolgorio reinante y dirigiendo la mirada al infinito alzó la voz para clamar este brindis:

 - Por el pasado y el presente, por las andanzas, aventuras y desventuras que forjan nuestra leyenda.

- Por la Vieja Guardia y los fundadores de la hueste que son como las raíces profundas de las que se alimentan el resto de las plantas y flores.

- Por los nuevos jinetes que a lo largo de estos años han ido engrosando nuestras filas y que al igual que las nubes, que de primeras no saben dónde van, confían en el viento y se dejan llevar.

- Por aquellos que, con fé, tesón, constancia y fuerza de voluntad, han dejado escapar sus miedos internos para perseguir los retos personales y poder soñar con ser un río bravo antes que agua estancada.

- Por los que no temen a las cumbres más abruptas y escabrosas y afrontan las ascensiones sin dudarlo, con cierta dosis de heroicidad y conscientes de que no se puede atravesar el mar solo mirando el agua, sin mojarse, sin intentarlo.

- Por los que disfrutan en los descensos, por arriesgados y osados que sean y que los acometen con pericia y cierto tinte de temeridad, pero emulando al agua del río que no teme lanzarse al vacío porque de ello nacen las cascadas más bellas.

- Por los que incitan y participan en esas danzas cuya popularidad ha alcanzado cotas insospechadas y que aún hoy se desconoce el motivo real pues carecen de coordinación, armonía y entendimiento pero que hacen las delicias del pueblo llano.

- Por los que plasman en coloridos lienzos las estampas, retratos y paisajes que componen las escenas más relevantes de las correrías para que queden resguardadas a buen recaudo, a disposición de todos y no caigan en el pozo del olvido.

- Por los que en las rutas no se acobardan ante la lluvia, niebla, frío, cierzo y en vez de retirarse y buscar cobijo, al igual que harían otras aves, imitan a las águilas que atraviesan las tormentas hasta volar por encima de ellas.

- Por los que han padecido y padecen enfermedades, lesiones y heridas de guerra pero que, como el romero, pueden doblegarse ante el viento pero nunca se quiebran y vuelven con más fortaleza y con su esencia y fragancia intactas.

- Por los optimistas que siempre ven el vaso medio lleno y contagian su ánimo a la tropa con cantos, bromas, chanzas y tertulias. Los que son conscientes que el viento puede nublar el cielo pero prefieren pensar que también lo puede despejar para que el sol pueda brillar.

- Por más días como este, rodeado de hermanos, compartiendo mesa repleta de viandas variadas, unas sanas y otras no tanto, vino, cerveza, licores e incluso agua, con los poros de la piel obstruidos con las grasas porcinas, las mejillas con matices rojizos y los ojos inundados de lágrimas de alegría, gozo y regocijo.

- Habéis podido percibir como he eludido mencionar vuestros nombres porque jamás me perdonaría olvidarme de alguno. Pero, bien cierto es que seguro que cada uno de vosotros os habréis sentido identificados con alguna de las citas de este breve y escueto brindis.

- Y para acabar:

- Por el futuro, para que al menos iguale lo disfrutado hasta ahora, para que los Dioses nos protejan, amparen y auxilien y para que el Destino sea benévolo, magnánimo, nos pille confesados y sea indulgente con nuestras pifias y pecados.

- Por todos vosotros, por todos nosotros y por todo ello: alé alé !!! 

Y el festín continuó, desenfrenado, ahuyentando los malos espíritus y compartiendo los mejores deseos, como si se hallaran en un salón vikingo antes de emprender una nueva travesía hacia lo desconocido, bragando con mares embravecidos, pero saliendo airosos de todos ellos, agrandando así su historia, su epopeya... ... como la de nuestros legendarios Caballeros Alazanes."

 

Pero el reloj de sol de la fachada de la iglesia le advirtió que era la hora de partir y por ello se vio en la obligación, muy a su pesar, de alejarse del lugar. Y mientras en la plaza aplaudían y vitoreaban al juglar instándole a continuar con su relato a él le conquistaba la esperanza de que en un tiempo no muy lejano sus caminos volverían a cruzarse para escuchar nuevos cantares que poder plasmar sobre los pergaminos con su pluma y tintero.

 

FELICES FIESTAS !!!

martes, 16 de mayo de 2023

 

49. 

06·05·2023

II Aniversario

Cuando el Alazán se hizo mayor

¿Quien tuvo temor a detenerse tras otear praderas por donde galopar?
¿Quien fue superado por el miedo a fracasar teniendo cimas que escalar?
¿Quien dejó escapar sus sueños por la congoja de trotar en solitario?
¿Quien cedió ante sus propios retos sin tan siquiera haberlo intentado?
¿Quien hincó la rodilla cuando las metas parecían imposibles de lograr?

Nuestro potro Alazán seguro que no, pues en su interior no hay espacio para la rendición. No lo ha habido nunca, ni cuando acometió
 sus primeros y dubitativos pasos. El que conoce su corta historia, o al menos parte de ella, sabe que su gestación fue complicada, el embarazo no estuvo carente de dificultades y agrias molestias y el parto fue más doloroso de lo deseado. 

Comenzó a caminar expectante por su futuro más inmediato para después trotar con efervescencia infantil cargada de energía y acabar galopando desbocado, libre, sin cadenas, crin al viento, sorteando obstáculos, superando adversidades, menguando y restando importancia a duelos, trances e incidencias. 
Con el paso del tiempo fue filtrando el pasado, guardando para sí tan solo los buenos momentos vividos (que los hubo y muchos) y encerrando todo cuanto no sumaba en el Baúl de las Sombras para después arrojar la llave al fondo del Pozo del Olvido.

Atrevido, descarado, apasionado y algo enloquecido pero siempre ondeando la bandera del compañerismo y el estandarte de la perpetua sonrisa, el joven Alazán cumplió su segundo año de vida. Tal efeméride era merecedora de una fiesta acorde a la importancia que le damos los que, de una manera u otra, hemos sido partícipes de sus aventuras y desventuras y que junto a él hemos marcado con las huellas de nuestras herraduras caminos, sendas, galachos, cumbres, pistas, montes, pueblos y demás.

Y así fue, como era de esperar, como no cabía duda.

El día llegó y 37 jinetes arribados desde diferentes puntos de la Villa nos reunimos en el Azud del Ebro, punto de partida de innumerables cabalgadas, cargados de ilusión visible a flor de piel, de sobrada alegría para compartir y regalar, así como de la fuerza y el valor necesario para superar la batalla gastronómica a la que nos teníamos que enfrentar. Saludos, muecas, choque de manos e incluso algún abrazo (eso sí, con el roce justo y necesario para que quedara tan solo en un gesto de sincera amistad) crearon desde ese primer momento una aureola mágica de hermandad que ya predecía la fabulosa jornada que íbamos a disfrutar.

¿Y hay mejor manera para calentar piernas y cinturas y evitar lesiones antes de iniciar la correría que unos ensayos del Tik-Tok bajo la batuta y directrices de Miguelón, nuestro particular Maestro de Ceremonias? 
Reto desde aquí a cualquier afamado preparador físico a que nos lo demuestre, lo iguale con sus métodos y, si comete la osadía y se atreve, a que lo supere.

 Así que con los primeros deberes cumplidos con buena nota y ya todos reunidos a la hora marcada (incluso los que "se han" o "nos hemos" ganado a pulso la fama de tardones) arrancó el convoy donde predominaban las trazas tricolor de la gran hueste de BttZaragoza C.C. a la que con orgullo pertenecemos y estamos integrados, como uno más, como todos, porque todos somos uno.

De esta guisa, como una romería festiva, con nuestro característico "desorden organizado" y emulando las caravanas que viajaban en épocas medievales para repoblar tierras reconquistadas nos dirigimos por el camino más corto y placentero hacia Pastriz, lugar de destino. Ojo, sin mapas, brújulas, posición del sol ni cualquier otro medio para orientarnos que no fuera el olor a brasas y barbacoa. Bendito olfato con el que nos guiamos y que en un visto y no visto nos llevó a las puertas de la taberna "Los Jubis".

Allí, nuestro entrañable mesonero Carlos ya había dispuesto una mesa al aire libre, bajo la sombra de la arboleda y junto al parque que sería testigo de bailes, fotos, vídeos y todo cuanto rodea a esta tropa. Solo unos pocos saben con certeza los enormes esfuerzos que nos vimos obligados a realizar con anterioridad para concretar hasta el más mínimo detalle del menú, bebida, lugar, cantidad de comensales, presupuesto... Pero con un sacrificio inhumano y sobrenatural (visita con almuerzo, y otro almuerzo, y otro más, y más) y buena voluntad y predisposición por ambas partes conseguimos cerrarlo todo con cierta garantía de éxito.

La inolvidable estampa para el recuerdo dio fe de ello, cierra los ojos y sueña despierto: a lo largo de la mesa, bien aposentados, con nuestras fornidas y musculosas nalgas acomodadas, algunos fundadores y padres de la criatura, compañeros veteranos que ya habían celebrado con nosotros el primer aniversario, otros de reciente incorporación y que ya forman parte de la leyenda de Alazanes, la entrañable compañía de nuestros hermanos Iniciantes, algunos compañeros  con secuelas de lesiones, mermados por maliciosas bacterias y otros males o restablecidos de su paso por quirófano y que a pesar de ello no quisieron perderse la celebración. Ya puedes abrir los ojos, no fue un sueño, fue real, así lo vivimos y así lo disfrutamos.

Pero, lamentablemente, no estábamos todos los que somos. Por motivos familiares, personales o laborales no pudieron acudir aquellos que con toda seguridad lo hubieran deseado. Ausencias significativas por su carisma dentro del grupo y la de todos por cuanto aportan y suman. Porque piedra a piedra, juntos, fuertes, hacemos montaña.

Llegó el momento en el que mesonero, pinches, cocineras, camareras y demás personal de la taberna se afanaron en surtir a destajo platos y platos de todo tipo de viandas porcinas que acompañarían a los huevos con patatas: morcilla, chorizo, papada, panceta, madejas... ... incluso alguno comentó que los centros de mesa con hojarascas verdes no eran decorativos sino ensaladas comestibles a las que más de un insensato descerebrado hincó el diente. 
Si es cierto que la gula se considera un pecado, el infierno nos estará esperando con las puertas abiertas.

Cuentan las voces del lugar que desde ese día los cerdos próximos al pueblo sufren ataques de ansiedad cuando divisan a ciclistas acercarse a las lindes de sus granjas pues, aunque gorrinos, no ignoran el destino de sus allegados desaparecidos. Algo similar les sucede a las gallinas de los corrales quienes sufrieron el vil secuestro del fruto de sus entrañas para ser ultrajados, machacados y masacrados con chuscos de pan clavados hasta los nudillos de nuestras manos.

En tiempos de sequía y por solidaridad con regantes, ganaderos, agricultores y vecinos en general nos negamos en rotundo a desperdiciar una sola gota de agua por lo que tuvimos que remojar los manjares con una cantidad considerable de jarras de cerveza, botellas de vino, gaseosas y licores para acompañar el café. Un sacrificio más... por el bien de todos. Superada dicha tortura brindamos como exige nuestro ritual: "Bici sin cerveza... ... no me entra en la cabeza"

"No la he visto venir". Esa fue la expresión de un emocionado Miguelón al recibir el detalle sorpresa que le teníamos preparado. Porque sí, porque se lo merece, porque haría falta escribir otro ladrillo como este para resaltar todas las virtudes de nuestro querido Chiquitín. Grande como un volcán, con un inagotable fuego interno, entró en erupción y de los cráteres de sus ojos surgieron lágrimas de felicidad, que como la lava incandescente se deslizaron por las faldas de su rostro. A más de uno, el verlo así, nos creó un nudo en la garganta al que él mismo pronto supo buscar remedio y paliar esparciendo sus divertidas cenizas, las cuales nos envolvieron en una nube gaseosa de alegría que generaron como tantas y tantas veces el mejor de los regalos, las sonrisas.

Tiempo habría antes de la despedida para la tradicional foto de grupo y para danzar al son del Tik-Tok más multitudinario hasta la fecha. Sencillo, puede ser, pero suficiente para demostrar las dotes armoniosas para el baile que alguno cree tener. Esa sincronización, dulzura de movimientos y musicalidad acompasada en los gestos quedó patente e inmortalizado en vídeo para deleite y aprendizaje de futuras generaciones.

Y hasta ahí podemos contar. Despedida y regreso sin más. La dictadura de las agujas del reloj nos impidió volver a todos juntos, pero quizás eso ya era lo menos relevante. Lo auténtico, vibrante, afectivo, entusiasta, emotivo y hasta sensiblero y conmovedor ya tuvimos la enorme fortuna de poder disfrutarlo 
antes, unidos, como uno solo.

 Esa noche nuestro alazán se acostó como un joven potrillo para despertar al alba como un pura sangre.

"Perlas con sonrisas enlazadas,
resaltan sobre tu crin al viento,
voces que gozan, de hadas tu cuento,
nacen en ti, como joya preciada.

Eslabones de férreo acero,
a fuego fundidos en la forja,
magna cadena hermanada,
luces orgulloso en tu cuello.

Náufrago en alta mar desorientado,
con esperanza divisó la firme costa,
en la playa plasmó, feliz sus huellas,
Alazán, esta es tu historia, tu legado."

(Fer...
🐎... 1965 - "Conjeturas de un percherón")


PD: Que los Dioses nos sean benévolos y el destino nos depare diversión, mucha diversión... ... como hasta ahora, o más !!!

Amén.


miércoles, 23 de noviembre de 2022

48. 

19·11·2022

Carta de... ¿¿Amor??

A la atención del sr. Aemet:

Admirado y entrañable amigo: 

Soy consciente que a fecha de hoy está debidamente informado de lo acaecido en la ruta de este pasado sábado pero me veo en la obligación, por respeto y solidaridad hacia mis compañeros de fatigas, de puntualizar y reprender parte de su implacable y agresiva actitud hacia nosotros.

Cierto es que no engañó a nadie pues durante toda la semana ya pronosticaba el airoso castigo que pretendía infligir. Aún así doce valerosos o quizás inconscientes Alazanes no se dejaron amedrentar con sus amenazas y decidieron tener la osadía de plantar cara a semejante afrenta. Es más, era la primera ruta propuesta por Román, debíamos rendirle honores por ello y cabalgar sin excusas ni pretextos. No hubiera resultado muy honroso escudarnos en la coartada de una suave brisa de más de 35 km/h. para posponerla y buscar otra más cómoda.

También es cierto, sr. Aemet, que su estudiada estrategia le salió a pedir de boca, permaneciendo su aliado el cierzo en un discreto segundo plano desde la salida en el Club de Tiro, mientras rodábamos por el camino de la Estepa, en las subidas a los dos clásicos rampones (por cierto, muy mejorado el más complicado con una capa de grava), en el descenso hasta la carretera de Torrecilla, e incluso colaborando en la ascensión más exigente de la jornada así como empujando en el camino de Mediana hasta la propia Salada por el trayecto que propuso Joaquín. Hasta recibió elogios de parte de la tropa por su inestimable y desinteresada ayuda. ¿Desinteresada?... ... 
 
Ya en la Salada y tras cumplir con el protocolario y, una vez más, exitoso Tik Tok y dar buena cuenta de plátanos, frutos secos, barritas de hojarasca prensada y demás viandas, la historia dio el giro que todos temíamos. A partir de ahí su pretencioso viento se vino arriba y azotó con toda la furia y virulencia que le fue posible. Y como es bien sabido, las desgracias nunca vienen solas: el camino que nos debía llevar hasta el Burgo cortado, una señal que nos desviaba a la izquierda, una subida que con su querido colaborador golpeando de frente se hizo aún más costosa... ... todo ello para aparecer en medio de la nada, confundidos y sin track válido que seguir.

Pie a tierra, bicicleta al hombro o de acompañante, un descenso propio de aguerridos montañeros, tramos por campos encubiertos y desconocidos hasta ese día, sendas imaginarias y camufladas por las que nos abríamos paso... ... En fin, una delicia de desventura hasta llegar a la carretera de Torrecilla, y desde allí a la ansiada civilización.

Otra cosa también es cierta, sr. Aemet. Sin duda puede usted vanagloriarse y jactarse de poder apuntar en su ridículo casillero un par de tantos: uno, conseguir que acabáramos la ruta con las piernas más martirizadas y doloridas de lo deseado y esperado y dos, y más lamentable, que nos dejara sin el tiempo necesario para disfrutar de las tradicionales jarras de cerveza. Esto es poco menos que un sacrilegio para nosotros, una mancha en nuestro impoluto e intachable historial y un ultraje a nuestra inmaculada leyenda. Sin perdón.

A pesar de todo quiero comentarle, sr. Aemet, que si su intención era quebrar nuestra moral y martillear nuestra fortaleza no lo ha logrado. Como los abuelos que cuentan sus batallitas a los nietos, nosotros también borramos de la memoria todo aquello que no suma, que duele, que acongoja, que causa suplicio, angustia o desconsuelo, mientras que mantenemos en el baúl de los recuerdos el resto, lo positivo, lo que nos engrandece y mantiene unidos, todo aquello que nos saca una simple sonrisa, ese regalo tan preciado y costoso en estos días.

Sin más, reciba nuestro más sincero abrazo.
Gracias por su atención y hasta la próxima.

fdo: Los doce jinetes de la Cierzolipsis.

(PD: Por cierto sr. Aemet, esta semana saldremos desde el Parque del Zigzag a las 8:30 hacia Valdeatalaya, Loma Lobera y pinares de Pardines. Se lo comunico por si quiere ir preparando un lote con una dosis de lluvia, una muestra de niebla, una porción de frío gélido... ... lo que tenga usted a bien cocinar. Eso sí, si vuelve a intentar la jugarreta del cierzo, por favor, que valga la pena, que no sea esa tierna y agradable brisa con la que nos deleitó el sábado pasado.) 


viernes, 21 de octubre de 2022

 

47. 

21·10·2022

Si la Naturaleza te susurra al oído... escúchala.

“Nunca he visto a un árbol avergonzarse de sus ramas y flores,

nunca he visto a un águila escondiendo sus divinas alas,

nunca he visto a un pájaro sin cantarle a la mañana,

nunca he visto a un río estancarse ante una piedra,

nunca escondas tus sueños, lucha por ellos.”

 

 

Allí estaban, abuelo y nieto, guerrero y aspirante, maestro y discípulo, sabiduría y curiosidad, la placidez que dan los años frente al ardor juvenil, ambos sobre la cima más elevada que encontraron y desde donde la naturaleza se plasmaba ante ellos con todo su esplendor: ríos y afluentes, arboledas y mantos de flores, sotos y galachos pero también secarrales casi esteparios así como un variopinto repertorio de aves, mamíferos e insectos.

 

A sus pies Salduie, la ciudad íbera donde habitaban, con sus casas fabricadas con un zócalo de sillares de alabastro recrecidos en adobe, sus muros decorados con pinturas o simplemente enlucidos con cal y sus pavimentos de ceniza o gravilla apisonada, donde los más lujosos se mostraban con mosaicos de dibujos hechos de teselas embutidas en mortero. De entre todos los edificios resaltaban como joyas el Foro público y el mercado cubierto. Atrás quedaron las cabañas de los primeros asentamientos en la confluencia de los ríos Ebro y Huerva de la Edad de Bronce Final y las viviendas, ya de adobe, de la Primera Edad de Hierro. Porque desde esos tiempos inmemoriales el emplazamiento ya no paró de crecer.

 

Ellos, los sedetanos, conocieron la prosperidad, capaces incluso de acuñar su propia moneda, la cultura urbana y el desarrollo político, inducido por el contacto con las civilizaciones mediterráneas, griega y fenicia, y transmitida a lo largo del canal de comunicación que suponía el río Iberus antes de la llegada de los romanos.

 

Al contrario que sus vecinos los celtas y celtíberos hostiles a Roma como los titos, belos, lusones... ... que ofrecieron una resistencia larga y consistente a la ocupación romana, pues su vida se orientaba a exaltar el valor personal, el honor y la guerra, los antecesores de nuestros protagonistas colaboraron con ellos. Sus aristocracias fueron combatientes que lucharon en escuadrones de caballería como parte de los contingentes militares romanos y a los que se les erigían monumentos funerarios adornados con estelas en las que se representaban jinetes, caballos y lanzas.

 

Porque el caballo era parte de ellos, de su vida, de su muerte. Así continuó durante siglos, con los visigodos, la invasión musulmana, la Reconquista, el Medievo y sus Órdenes militares como la de los Alazanes, incluso en la actualidad, dando nombre a cierto grupo ciclista que rueda forjando su propia leyenda. Pero eso es otra historia.

 

El abuelo, en su lucha contra el tiempo, se negaba a que toda la sapiencia y conocimiento con el que le habían ilustrado y que se había transmitido de boca en boca durante generaciones se diluyera y quedara en el olvido y el ostracismo ante el empuje de las nuevas culturas. Por ello apuraba cualquier oportunidad o coyuntura para inculcar al inquieto mozalbete todo el saber que había heredado y con el que había pulido su carácter, cultivándose y actuando tan solo como un espectador privilegiado de cuanto le rodeaba, de cuanto le ofrecía la naturaleza, de cuanto le brindaba la tierra.

 

Divisaron en el horizonte y en las puertas de la ciudad como los valerosos jinetes montados en sus flamantes alazanes iniciaban una nueva correría hacia las Portilladas y los montes de Alfajarín donde siglos después sería edificado un Castillo que acabaría en manos de una noble familia y donde aún más tarde se alzaría una estatua para rendir culto al Toro y cuya visita era, y es, de obligado peregrinaje.

Verlos partir desencadenó un revoloteo en la mente avispada del zagal y un aluvión de preguntas que pondrían en jaque la serenidad, el temple e incluso la paciencia del abuelo.

 

- Abuelo... ¿Algún día yo también cabalgaré con el resto de los guerreros de la tribu?

- Por supuesto, pero tranquilo. Fíjate a tu alrededor: la naturaleza solo florece en primavera, hasta entonces las raíces se mantienen fuertes bajo tierra. A ti también te llegará tu primavera, pero has de tener paciencia. Todo florece cuando tiene que florecer, los árboles no fuerzan para que nazcan sus frutos, simplemente salen cuando toca.

 

- Si, ya, pero... ¿Cuándo estaré preparado? ¿Cuánto me falta aún?

- Todo tiene su tiempo y lleva sus pasos. ¿Has intentado alguna vez encender un fuego empezando con un tronco grueso? ¿A que no se puede? ¿Verdad que primero hay que ir poniendo ramita a ramita? Pues tu aprendizaje y entrenamiento ha de ser igual, ramita a ramita. ¿Tú crees que sin el adiestramiento necesario nuestros guerreros hubieran coronado las Planas por Vallobera con la facilidad con la que alcanzaron la cumbre la semana pasada?

 

- Es que cuando duermo me veo trotando con ellos y soy tan feliz...

- Pues entonces se fiel a tus sueños y al camino que te has marcado para alcanzarlos. Mira allí abajo. ¿Ves el río? Si no siguiera su llamado hacia el mar se convertiría en agua estancada. Pregunta a veteranos por el grandullón de sonrisa eterna, por su tesón, su fuerza de voluntad y la satisfacción que le da superar sus propios retos, miedos y desafíos. Tanto en aguas mansas como en rutas hacia la Presa de Pina o en otras más bravas como en el Alto del Campillo y por los Montes de Villamayor, nunca se estanca. Y como él hay otros tantos que ahora idolatramos por su ejemplaridad.  

 

- Ahora que has hablado de miedos... Lo de salir de casa la primera vez a recorrer nuevos caminos, hacia lo desconocido... buff, no sé...

- Me lo pones fácil. Observa aquel pajarillo, seguro que él también creía que su nido lo era todo hasta que abrió las alas, voló y descubrió inimaginables nuevos mundos. No tengas miedo a saltar del nido, peor es quedarse toda la vida enjaulado. Eres testigo de cómo cada semana nuevos jinetes han cabalgado con la hueste por primera vez. Arropados y al amparo del resto ahuyentaron sus temores galopando hacia Rodén Viejo, Toro de la Muela, o parque de Muel. Habla con ellos y seguro que disipas los tuyos.

 

- ¿Y si fallo o no estoy a su altura?

- Y seguro que te pasará, y en más de una ocasión. Pero... ¿Acaso has visto algún árbol perfecto, recto y erguido? Todos están torcidos y tienen ramas rotas como cicatrices tenemos los que ya hemos vivido lo nuestro. Pero cuando falles no pongas excusas y sigue luchando por tu sueño, como el árbol al que se le rompe una rama y no por ello se paraliza sino que sigue creciendo en su empeño de acariciar las nubes. Además... ¿Quién no ha tenido un mal día, ha pasado mala noche antes de cabalgar, ha tenido problemas con las herraduras de su corcel, no ha comido o bebido como debiera, o ha tocado suelo por desmontar de forma poco ortodoxa?

 

- Seguro que nada es tan fácil como lo cuentas

- Por supuesto que no, pero vuelve a mirar al río y aprende de él. Un día se cansó de tropezar con las piedras hasta que comprendió que si estaban allí era para que pudiera fluir por encima de ellas y desde entonces no pierde su tiempo en cada una que se le aparece sino que las abraza con ternura y las pule. Si aun así le impide el paso abre un nuevo camino y se aleja. Con los problemas que surjan en el tuyo no veas piedras sino puentes. En cualquier ruta, ya sea por los montes de Peñaflor como siguiendo el cauce del Jalón, pueden surgir piedras que entorpezcan la marcha, pero no por ello nuestros jinetes se han rendido, ni lo harán.

 

- Da gusto ver como salen a galopar juntos y como siempre vuelven así.

- Claro, son como las nutrias que habitan en el cauce del río. Cuando duermen se toman de la mano para que la corriente del agua no las separe. Así se aseguran que van a estar siempre en compañía. Ellos hacen igual, cabalgando en vanguardia o más rezagados nunca lo hacen solos.

 

- Pero durante la ruta no rivalizan entre ellos?

- ¿Tú crees que las flores compiten unas con otras? ¿No, verdad? Lo que hacen es esparcir y compartir sus propios aromas y fragancias para sumar en beneficio de todo el prado. Pues ellos hacen algo similar, sumar, sumar y sumar, aportando cada uno su propio perfume y esencia en favor de toda la hueste.

 

- ¿Y si alguno se siente fuerte y decide espolear a su alazán y marchar por delante?

- Alza la vista y observa aquella imponente águila entre las nubes. Ella no puede estar pendiente de si a los demás animales les gusta o no su vuelo. Si ha nacido para ser águila tiene que abrir sus celestiales alas y volar. No esperes verla feliz encerrada en una jaula. Pero sí te puedo asegurar que no se alejará mucho del nido y ante cualquier adversidad acudirá a él con premura. Y es más, aún sintiéndose poderosa no siempre mueve sus alas, también se deja llevar por el viento al igual que nuestros jinetes mas fornidos también cabalgan a menudo protegiendo al resto y no siempre a galope tendido hacia el lejano horizonte.

 

 - Es reconfortante verla volar así de libre y tan afortunada por ello...

- Sí, y volvemos al principio de nuestra conversación. Ahora la ves reinando como señora y ama del cielo pero no olvides que primero fue un polluelo que rompió el huevo y no dudó en saltar del nido, como en su día lo harás tú. Llegado ese momento también te sentirás dichoso y agraciado de compartir aventuras y desventuras con el resto de los guerreros de la tribu.

 

- Si fuera todo tan perfecto como lo pintas, sin conflictos ni desacuerdos...

- Y quien dice que no los hay, claro que sí. A lo largo de los tiempos han surgido discordias y desavenencias de toda índole, pero entonces es cuando hay que ponerse en el lugar de los caballos que montan. ¿Tú crees que si estos se enojaran con cada mosca que se acercara a molestarlos tendrían tiempo para cabalgar libres y salvajes por la tierra? Pues eso, solo hay que darle importancia a lo que realmente la tiene.

 

- Pero... ¿Si se da el caso en que el enfado va a más y de la confusión se llega a la desunión?

- Pues no sería ni la primera ni la última ocasión que esto sucedería. Entonces es cuando hay que emular a los arboles como los que tienes frente a ti. Estos, durante el crudo invierno sueltan las hojas sin aferrarse a ellas pues saben a ciencia cierta que una vez separadas de la rama ya no pueden regresar y aún así no tienen miedo a empezar de nuevo, sin enojarse con la tormenta que se las arrebató.

 

- Ya, pero las tormentas no benefician a nadie ¿verdad?

- Probablemente no aunque, tú que ya has vivido algunas, habrás comprobado como también de las nubes más negras nacen gotas de agua puras y cristalinas y si te fijas en el cielo en una noche cerrada verás como las estrellas brillan más cuanta más negrura las envuelve.

 

- Entonces para manejar con orden una tropa de guerreros como la nuestra hará falta un cabecilla con dientes afilados como los del lobo y el porte de un oso de las montañas ¿no?

- Raro se me hace que hagas esta pregunta pues bien conoces a nuestro adalid y guía. ¿Te parece que posee la envergadura y fortaleza de, por ejemplo, aquel que como cuenta la leyenda hizo llorar a una piedra al caer sentado sobre ella? ¿No, verdad? Pero, por el contrario, si que maneja con maestría otras armas y excelencias que suplen a esas con creces: la complicidad, confianza, el respeto y algunas más.

 

- ¿Tan importantes son esas virtudes?

- Esenciales diría yo, pues si fallas en una corres el riesgo de perder el resto y con ellas el carisma e incluso la lealtad de la milicia que hasta entonces se había mostrado fiel, adepta e incondicional.

Por eso nunca olvides que realmente grande es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás mientras que el frágil es aquel que necesita mostrarse continuamente en primera fila para creerse y hacer creer lo que ciertamente no es, aunque para ello tenga que pisotear las huellas y los caminos de los demás.  

 

- Y ahora que empieza a anochecer es hora de volver al calor del hogar, a nuestra ciudad, a la íbera Salduie, a este asentamiento centenario en el que ahora confrontan las nuevas doctrinas arribadas de tierras lejanas con las enseñanzas y el magisterio que nos brinda desinteresadamente y día a día la Madre Naturaleza. Espero que te hayas impregnado de ellas y al menos te haya hecho reflexionar. Con eso me doy por satisfecho. ¿Vamos?


- Vamos!!!

 

 

PD. Este texto rinde homenaje a quien un día decidió romper con todo lo que había sido su vida para retirarse en el corazón de las montañas de México junto a los indígenas Wirrarikas, en comunión con el silencio y la naturaleza y donde encontró gracias a ella la pasión de su existencia: la poesía.

 

Está escrito sin ánimo de señalar ni ofender a nadie, pero si aún así alguien lo lee con ojos nublados o pájaros negros en la cabeza y llega a sentirse de esa manera, desde aquí y públicamente le pido disculpas.

 

AU I ADEU

 


martes, 16 de agosto de 2022

46. 

13·08·2022

Cuando el cabrito amaneció con el día cruzado.

A la atención del Maestro Pascual, a quien corresponda, a quien le interese y a quien no tenga nada mejor que hacer y decida perder algo de su preciado tiempo en leer el siguiente informe:

Ante su anunciada ausencia y merecido descanso me he visto en la obligación, después de muchas semanas y por los motivos que no vienen al caso y que solo los más allegados conocen, de desplegar de nuevo los papiros, destapar el tintero y humedecer la pluma para detallar con todo lujo de detalles lo acontecido en la ruta del pasado sábado.

Ante todo comunicarle que, al igual de no contar con su presencia, tampoco disfrutamos de la compañía de otros ilustres compañeros que en estas fechas estivales andan plasmando su impronta y dejando huella por variopintos paraderos: alguno preparando caceroladas por tierras sorianas, otros buscando temperaturas más frescas por el norte y por Pirineos, otros poniéndose a remojo por la costa mediterránea o armándose de valor para recorrer tierras andaluzas e incluso los más osados visitando países como Bulgaria. Aún con todo once valientes decidieron plantar cara al termómetro, a la ruta prevista y a esa emboscada “algo durilla” sobre la que ya nos habían alertado los “niños” del grupo.

Como bien apostilló Joaquín: cuando alguien amanece con el día cruzado todos los posibles infortunios se ceban con él. Tales palabras se le quedaron grabadas a fuego al Choto Fer, quien para empezar la jornada con mal pie volvió a certificar una vez más su indefendible y pésima costumbre de llegar tarde al punto de la quedada a pesar de batir su propio récord desde la Veterinaria hasta La Fuente de La Junquera (18 minutos!!!), eso sí, extenuado, sin aire y con el desayuno en los tobillos. El caso es que se promete a sí mismo cambiar, se conciencia de ello, pone todo su empeño pero al final... ... ná de ná.

El que no se consuela es porque no quiere y por ello esbozó una pícara sonrisa de complicidad al comprobar que tras él aún faltaba por llegar el compañero de Jorge. A partir de ahí, junto a los que habían quedado a la espera, y sin haber recuperado el aliento del todo, empezó la primera de las contrarreloj del día para alcanzar a los que habían iniciado la ruta en modo “verano azul”. No habían sobrepasado Cuarte cuando al fin el grupo se fundió en una piña, como uno solo, como lo que somos, como bien lo sabe usted.

La tranquilidad y la armonía parecían haberse adueñado del ambiente e incluso rodaban bajo un manto grisáceo que impedía a Helios, Dios griego del sol, que desde su carro arrojara sobre ellos todo el poder de su fuego abrasador, de igual forma como los venía torturando en las semanas anteriores.

Poco dura la alegría en casa del pobre y a escasos centenares de metros de las afueras de María de Huerva la ruleta del infortunio volvió a rodar agraciando al Choto con el extraordinario premio sin parangón de un soberbio pinchazo en su rueda trasera. Sí, de nuevo le tocó. Ni entre cuatro hacían medio para apañar el desaguisado y meter debidamente la mecha con la que solventar el estropicio hasta que comprendieron que igual las instrucciones están para leerlas. Dicho y hecho, rueda remendada y a rodar.

Más que a rodar, a volar. Segunda contrarreloj para alcanzar de nuevo a la mitad de compañeros que iban por delante: 14 km. a casi 20 km/h. de media para recuperar el tiempo perdido. Ni rastro de ellos por Mozota y tan sólo una vez sobrepasado Muel divisaron en la lejanía las casacas tricolores del club y el resto de variopintos maillots. En cabeza, ejerciendo de líder y marcando el ritmo, era Luis C. quien los llevaba a rueda y en perfecto orden en una posición inusual en él pues como todos saben su sitio natural es en la cola del pelotón, sabedor de la importancia que tiene el penúltimo, protegiendo al resto y preparando ese hachazo que nunca llega.

Al igual que el mercurio se fundieron en una sola gota justo cuando en el horizonte se divisaba la trampa del día: un rampón que ya desde la distancia dolía a la vista. Un km a una pendiente media del 10%. No quedaba otra que enfundarse el mono de trabajo, regular el esfuerzo y cada uno, como si de un salón de baile se tratara, ampararse al paso y a la danza que más cómoda le resultara. 

En los primeros metros el Choto se afanó en aplicar fielmente la Ley del Mandril y acompañó, en un gesto aparentemente solidario, a quien más parecía sufrir cuando en realidad lo que pretendía era ocultar su propio sufrimiento. Llevaba a fuego y sin casi respiro desde la salida de su casa hasta las faldas de la cuesta y eso le empezaba a pasar factura. Aún así y echando el resto consiguió, como la mayoría, coronar la cumbre sin bajarse de la bici y con la dignidad que tanto promulga usted. 

Tengo que comentarle la inaudita, misteriosa e incomprensible ascensión en tres fases que perpetró Luis C. pues comenzó pedaleando, continuó pie a tierra y culminó la escalada... ... sin bicicleta!!!!! Ya le daré más detalles cuando consigan desvelar el enigmático secreto en Cuarto Milenio.

Una vez arriba y reagrupados de nuevo dedicaron el tiempo justo para comichear algo, bajar pulsaciones, oxigenar los pulmones y sin más dilación reiniciar la marcha por las planas de la Muela sin tan siquiera una mínima pausa para  la tradicional foto de grupo. Implorando a su reconocida benevolencia y comprensión le ruego clemencia ante semejante afrenta pues prometieron que tal agravio no se volvería a repetir.

Al choto, vacío por completo, sin energía, ni combustible ni agua y tragando todo el polvo habido y por haber el recorrido por los molinos le resultó engorroso y peliagudo (por utilizar términos sutiles y poco malsonantes como jodido, de mierd.....y alguno más). Por fortuna rodó bien custodiado por fieles guardaespaldas que, como Kevin Costner, Clint Eastwood y otros similares en otras tantas películas, permanecían atentos a todos sus movimientos y a cuanto le rodeaba.

Decidieron desviarse del track, hecho que como bien sabe usted es muy muy pero que muy poco corriente y usual en este grupo, para detenerse en la gasolinera, descansar unos minutos y agenciarse unas botellas de agua bien fría que, como mano de Santo o como el maná que Dios envió a los israelitas para socorrerlos mientras atravesaban el desierto según el Libro del Éxodo del Antiguo Testamento, lograron resucitar a los más malogrados hasta entonces y dejar a la altura del betún a Leonardo Di Caprio en "El Renacido". 

Con las fuerzas recuperadas y el vertiginoso descenso desde la Muela hasta el Club de golf La Peñaza y el polígono industrial de Plaza en un visto y no visto estaban aparcando las bicicletas en la terraza del bar donde se vieron en la obligación de doblar la dosis de jarras... ... y sin patatas bravas!!! Otra mancha en el historial del grupo. Bien es cierto que por gentileza del bar cada ronda de cervezas venía acompañada de unos platitos con patatas de bolsa y aceitunas. Al César lo que es del César... ... y las jarras a precio asumible, como ha de ser.

Hasta aquí le puedo contar Maestro Pascual. 

Y para que conste, firmo y sello este informe en Zaragoza a 15/08/2022


(Por cierto, ya le adelanto que hay una gran persona que ha mostrado su interés en volver a rodar con nosotros y al que seguro recibiremos con los brazos abiertos pues pocos corazones desprenden tanta bondad y simpatía como el suyo. Por la Ley de Protección de Datos y hasta que lo confirme o lo autorice el interesado no daré más referencias si no es en presencia de mi abogado).