jueves, 30 de diciembre de 2021

26·12·2021

39. Ruta de los Belenes

Cuento navideño: la señal

Un año más y como viene siendo preceptivo desde hace siglos los pastores organizaban una ruta por pueblos y aldeas colindantes a la villa en busca de los tradicionales belenes que por estas fechas montaban los lugareños en las plazas más céntricas. De Oriente se dice que llegaron los Reyes Magos para colmar de ofrendas al niño Jesús y de Oriente también llegó la lacra que por segundas navidades consecutivas estaba marcando la vida cotidiana, la salud e incluso la libertad de todos.

Nuestros pastorcillos ataviados con sus vestimentas blancas y bermellón y sus calzones negros se aferraban como nunca al espíritu navideño negándose a caer en la melancolía, la tristeza y el conformismo por lo que, sin mucho madrugar, se fueron reuniendo en el asador de la Fuente de la Junquera para iniciar la marcha. Este año buscaban algo especial, diferente, pero aún no tenían claro el qué. Quizás una señal.

Antes de partir incluso hubo tiempo para que aquél cabrito descarriado que vive en permanente guerra con las agujas del reloj recibiera una soberana tanda de collejas ganadas a pulso, pues en esta ocasión superó con creces su penoso récord, haciendo esperar al resto más de lo razonable y cortés. 

Acelerados, a buen ritmo, casi sin tiempo ni opción de disfrutar de la cháchara, del camino y del deseado sol que tan abandonados los tenía en las últimas semanas fueron devorando kilómetros como si tras los festines de la cena de Noche Buena y la comida de Navidad no hubieran quedado suficientemente saciados. Al final de la jornada hubo quien reconoció públicamente que durante la ruta había pagado los excesos de viandas que, o a presión o a palazos, había sido capaz de engullir. Por fortuna la piel es como la lycra y cede hasta límites insospechados.

Con tan solo un breve pis-stop iniciaron la subida más prolongada de la ruta. Eso sí, por buena pista, confortable y tendida, cuando se quisieron dar cuenta ya estaban en la entrada de Jaulín. Tras reponer fuerzas, y no precisamente con dulces y turrones como mandan los cánones, buscaron el primer belén del día. Los villancicos de unos y los bailes de otros amenizaron la parada pero el montaje del Nacimiento resultó decepcionante: figuritas escasas, descolocadas y un portal pobre y austero. No iba a ser de aquí de donde recibirían la esperada señal.

Sin más dilación los once pastorcillos decidieron partir hacia Mozota disfrutando como pocas veces con el desenfrenado y trepidante descenso que se postraba ante ellos. Lo que cuesta coronar y que pronto se acaba lo bueno cuando las lorzas, chichas, mollas y carnes prietas se lanzan en caída libre.

Tampoco en el belén de Mozota se podía decir que el consistorio había quemado las arcas del pueblo. El presupuesto les había dado para pasar un paño a los adornos del año anterior y poco más. Ni un real extra, que pena. Después de retratarse junto al peculiar árbol metálico y la miniatura del cervatillo blanco retomaron la marcha siendo conscientes que de allí también iban a salir con las manos vacías, sin el rayo de fe e ilusión que buscaban.

Les quedaba la esperanza de que la revelación anhelada les sorprendiera en Botorrita y hacia allí encaminaron sus pasos. Esta vez la sensatez le ganó la partida a la osadía y no cruzaron el río a las bravas como el año anterior sino que lo vadearon por la pasarela que amablemente les indicó una lugareña mientras corría hacia ellos prendada por la belleza natural de estos intrépidos pastorcillos o más bien como si se le quemaran las lentejas puestas en el fuego. A los pies de la otra ribera y para llegar al objetivo tenían que salvar el penúltimo escollo (el último nunca existe): un auténtico muro de esos que hay que tirar de riñón para coronar con dignidad.
 El  portal montado que se encontraron allí ya era otra cosa: figuras de un tamaño considerable y una esmerada decoración. Pero algo dañaba a la vista. Los barrotes que impedían la entrada lo convertían poco menos que en la celda de una prisión. No habían recorrido tantos kilómetros para adoran a un niño entre rejas. Este tampoco era el niño que debía trasmitirles aquella señal por la que idearon esta peregrinación. 

El retorno resultó un tanto caótico aunque ello tampoco les sorprendió pues no era la primera vez que se fraccionaba el rebaño, se perdía alguna oveja o el pastor más afamado a la par que respetado los llevaba por sendas embarradas, los hacía saltar vallas o les cambiaba el recorrido a su antojo. Pensado y hecho, claro que sí.

El destino les tenía preparada una grata sorpresa y por ello se dice que nunca es tarde si la dicha es buena. Parados en María de Huerva para reagrupar al tropel observaron un gran poste plantado en el cruce de caminos. En él, claveteados y remachados, habían flechas talladas de madera que señalaban hacia los diferentes destinos por los que se podían optar desde dicha encrucijada: “Belén a tantos km.”, “Portal navideño en esta dirección”, “Nacimiento en el pueblo tal, por aquí”... ... ... 
Pero lo que más les llamó la atención fue el tablón sobre el que estaba fijado un pergamino y en el que habían manuscritas unas líneas que rezaban así:

“Puedes tomar el camino que quieras, puedes seguir buscando por todos los pueblos que marcan estas flechas a ese niño que crees que te ha de devolver la esperanza y la ilusión de antaño en  estas fechas, la ingenuidad, inocencia y candidez de los más pequeños de la casa, la alegría, paz y el bienestar que expele el ambiente navideño. Pero no, ese niño no lo encontraras tomes el camino que tomes. Porque ese niño está más cerca de lo que crees, lo llevas dentro. Busca en tu interior, sácalo y disfrútalo. Ese niño eres tú.” 

Y comprendieron que esa era la señal.

FELIZ AÑO NUEVO


jueves, 23 de diciembre de 2021

18·12·2021

38. Alto de la Muela

Déjà vu en la niebla.

“El éxito surge de la lucha contra los obstáculos,
sin obstáculos no hay verdadero éxito.”

(Samuel Smiles)

Nadie era capaz de prever que algunos íbamos a ser víctimas de un peculiar déjà vu en el Alto de la Muela. Ese fenómeno, bautizado así por el investigador psíquico Émile Boirac en su libro “Lávenir des sciences psychiques”, nos hace tener la sensación de estar viviendo un evento o situación que ya se ha experimentado en el pasado y que nos resulta muy convincente y familiar. Tal vez por eso las desventuras y sufrimientos que estábamos padeciendo en la ruta del domingo resultaban idénticas a las del sábado y en un momento de lucidez reflexionabas y te decías a ti mismo: “esto ya lo hemos vivido “.

Pero como somos así de transgresores, desobedientes e infractores incluso al filo de la delincuencia, decidimos hundir en la miseria al francés y contradecir sus teorías pues en esta ocasión las sensaciones no se le podían atribuir a un sueño, a un falso recuerdo ni a una anomalía de la memoria. Eran reales, y vaya que si eran reales.
Con más firmeza nos aferramos al pensamiento de otro ilustre sabio, Ferdinand Noss Equien, el cual afirmaba que tropezar dos veces con la misma piedra nos es mala suerte: la primera vez puede serlo pero la segunda es ya una decisión propia.

Es mala suerte plantear para el sábado una ruta con los Alazanes dirección a la urbanización del Alto de La Muela, huyendo de los caminos lindantes a la ribera tan perjudicados con la violenta y descontrolada crecida del río y que el resultado de tal odisea no sea el previsto y deseado. 
Pretender ascender por la subida de los pinos y tener que desistir por el tumultuoso transitar de camiones que a velocidades vertiginosas e incluso temerarias auguraban riesgos innecesarios. 
Tener que tomar por ello la decisión de cambiar el trayecto y ascender por la carretera antigua, muy tendida y cómoda para satisfacción del grupo gravel con su líder a la cabeza marcando el ritmo. 
Pedalear con la idea de fundirnos y ocultarnos entre la niebla hasta dejarla a nuestros pies buscando el sol conforme ganáramos metros de desnivel y que éste no hiciera acto de presencia. 
Privarnos de la espectacular panorámica desde la cima y que en rutas anteriores dio la impresión de estar flotando subidos en una isla y sobre un mar de algodón. 
Acometer el descenso con pies y manos inertes, entumecidas y congeladas por la gélida humedad que como alfileres se clavaba hasta los huesos. 

Todo esto es mala suerte.

Es decisión propia presentarse el domingo para rodar en la quedada conjunta de SPQR y Finisher aún siendo sabedor que el destino volvía a ser el Alto de la Muela.
Participar en otra ruta de esas que fortalecen los lazos de unión, que hacen club y que deberían proliferar más. 
Acometer la ascensión por una vertiente distinta a la del día anterior y desconocida para muchos de nosotros y desde el inicio tener como compañera de viaje a la melosa, sobona y densa niebla que amenazaba con martillear y castigar nuestros portentosos cuerpos y nuestra quebradiza mentalidad. 
Rodar entre la bruma sin apenas visión, guiado por la descomunal silueta de mi ahijado y apreciando tan solo sombras difuminadas en el camino que bien podrían tratarse de los compañeros de correría como de Jack el destripador y otros criminales del Londres tenebroso de finales de siglo XIX. 
Comenzar el descenso con manos y pies torturados por la humedad cristalizada con la duda de: bajar a fuego, lo que supone más velocidad, más frío pero menos tiempo o bajar plácidamente con menos velocidad y por tanto menos frío pero más tiempo de suplicio. 
Arribar a María de Huerva y dilucidar como acabar la ruta, bien directos a Cuarte y de ahí al bar del embarcadero del Canal o bien, y como así lo afrontaron los más osados, por el barranco de Cabras y Valdeconsejo.

Todo esto son decisiones.

Después de leer hasta aquí... ... ¿¿ Déjà vu o tropezar dos veces con la misma piedra?? 

Por fortuna, tanto si es un recuerdo, un sueño, unas sensaciones, una jugada de la memoria o sencillamente unas vivencias reales que se repiten, el final ha sido, es y debe ser siempre el mismo: una mesa con sus preceptivas  jarras de cerveza y sus patatas y en torno a ella las animadas tertulias, inagotables chácharas, bromas sin fin, risas contagiosas y todos los condimentos necesarios para organizar un cotarro excepcional. 

Como el sábado, como el domingo, como el ayer y como el mañana. Porque sí, porque nos lo merecemos.

“Quien sabe lo que siembra,
no teme a lo que cosecha”


martes, 14 de diciembre de 2021

11·12·2021

37. Cabañas de Ebro

¿Quién dijo miedo?

Conforme avanzaba la semana las noticias sobre los desbordamientos e inundaciones por tierras riojanas tras la crecida de un Ebro alimentado en buena parte por el agua acumulada de la borrasca Barra y su vil azote al norte del país, eran cada vez más preocupantes.
Cuando lo más precavido hubiera sido cambiar la ruta prevista, lo más sensato rodar alejados de la ribera, lo más racional buscar un track anti-barro, lo más coherente no tentar la suerte... ¿Quién dijo miedo? Pues decidido: a Cabañas de Ebro que nos vamos.

Cierta ocasión un gran veterano, del cual omitiré por respeto que se llama Daniel, me dijo que los abuelos  se habían ganado el derecho de contar sus batallitas cuando, donde y ante quien quisieran y los más jóvenes, o los que estamos atravesando una segunda juventud, teníamos la obligación de escuchar, asentir, disfrutar y casi por obligación mostrar cara de embobamiento y fascinación.

Pero no es menos cierto que estos tiernos pipiolos jubilados tienen un don adquirido: la sabiduría que les da la experiencia. Por ello cuando el otro mozalbete felizmente retirado de la vida laboral, del cual también por respeto omitiremos su nombre (puedes estar tranquilo por eso Joaquín), afirmó categóricamente que NO había peligro, las dudas y los temores se volatilizaron como una margarita deshojada a cañonazos. La inquietud e incertidumbre se tornaron en ilusión y ánimos renovados. 

La única duda y recelo que ondeaba en el aire era la cantidad de valientes que se presentarían en la Pasarela del Voluntariado a las 09:00. Con esta tenebrosa y maquiavélica costumbre tan popular en las anteriores semanas de apuntarse a última hora del viernes, una vez más flotaba en el aire una enigmática aureola de misterio.  Aún no tengo claro si este nuevo hábito o moda es por mantener en vilo la paciencia de quien propone la ruta, por simple casualidad o por pura guasa y cruel cachondeo, pero sometido a tal tensión jamás recuperaré mi añorado y frondoso bosque capilar.

Los que entran por los que salen: 16 apuntados menos dos que se caen de la lista el mismo día, más uno que se apunta en la propia Pasarela, otros dos que se presentan sin apuntarse y un tercero que nos da alcance en la parte inicial del camino = 18 alazanes prestos y dispuestos... ¿Quien dijo miedo?

Mención especial para unos auténticos cracks como Robert, Santy y Javier JR. quienes mostraban por igual su poderío físico como su compañerismo y solidaridad y para Luis Javier quien con su coleta canosa al viento volvía una vez más a rodar con nosotros. 
Para detallazo el de Jose Luis que, acompañado de su juguetón cachorro albino, acudía al lugar de la quedada solamente para saludar a los compañeros que le reservan su sitio en la grupeta, con estima, afecto y hasta que sus problemillas físicos permitan su esperado regreso. Bien sabe que es así. 

Mientras Dani Spielberg calentaba su Camera Design Studio, Go-Pro Collection, Full Cinema y Special of the house con unas primeras tomas de las pardas y embarradas aguas del río iniciábamos la marcha buscando la sequedad y comodidad del asfalto por el que afortunadamente rodaríamos la gran parte del trayecto. 
En los primeros kilómetros elevar la mirada al horizonte no era muy tranquilizador pues un sombrío y encapotado nubarrón hacia el que nos dirigíamos no presagiaba nada halagüeño. Pero... ... ¿Quién dijo miedo?

Felizmente los dioses a los que encomendamos nuestro destino se dignaron a escuchar las plegarias y la siniestra amenaza se esfumó como por arte de magia. Gracias. La ofrenda de las cervezas se la dedicaríamos hoy a su divina compasión y misericordia.
Algo despistado debía deambular Eolo pues, desconocedor del buen hacer de sus parientes, él si que quiso ser protagonista tanto para bien en el raudo y fugaz regreso a Zaragoza como para mal en el cansino y agotador camino hacia Cabañas de Ebro. Aunque intentó vapulear a todos por igual se cebó especialmente con Toño, sabedor que llevaba muchas semanas sin rodar y por ello se le antojaba una presa más fácil. Pero no contaba con la tenacidad del caballero con voz de tenor de ópera y el escudo que le brindaron compañeros como Armando, Paco y Fer. 
Para entonces Miguelón, por una lamentable e inesperada avería en el desviador del plato, y Gocha, víctima de la dictadura del reloj, habían vuelto sobre sus pasos sin poder, muy a su pesar, completar la ruta.

Poco antes del destino nos topamos al fin con el cauce del Ebro en todo su esplendor, junto al cual navegamos en paralelo como un afluente más en busca de un punto en el que converger y fusionarnos en uno solo. Impresionaba comprobar in situ y en toda su magnitud el poder de la naturaleza. Llegamos a Cabañas buscando las ruinas del antiguo puerto fluvial y el dique de hormigón reforzado construido sobre él para hacer la foto de rigor con la crecida del río de fondo mientras los lugareños, con semblantes de auténtica angustia y justificada preocupación, empezaban a reforzar puertas y a tomar otras medidas preventivas ante las previsibles inundaciones. 

De la vuelta poco que contar. El mismo recorrido que a la ida pero con aire a favor, mucho asfalto y el barro justo y necesario para acreditar ante las autoridades pertinentes de cada cual la evidencia de la salida en bici. Eso sí, hubo quien hizo acopio de tal cantidad de fango que más parecía que acababa de realizar una prueba clásica de ciclocross belga, holandesa o vasca que una ruta asfaltada. Pero tranquila Maria Luz, que por respeto también omitiremos tu nombre.

En el bar y en esta ocasión la solemne ceremonia del brindis le correspondió a Oscar aprobando con una nota media-alta. Visto lo visto y oído lo oído algunos progresan adecuadamente como él pero otros... ... otros necesitan mejorar, y mucho.

Puede que esta crecida del Ebro no sea como la de 1643, la de 1775, la de 1871 o la más reciente de 1961 pero será la que guardaré en mi maltrecha memoria para contarla cuando, donde y ante quien quiera como buen abuelo narrador de batallitas que pretendo ser en un tiempo no muy lejano. Las otras ya se encargaron de relatarlas a sus nietos otros abuelos.

Pastillita y a dormir... ... que estas ya no son horas según que edades.

¿Quién dijo miedo?


miércoles, 8 de diciembre de 2021

06·12·2021. 

36. Torres, Alagón, Grisén, Bárboles

El retorno de los gigantes.

- Paren las prensas rotativas!!! Que los tipógrafos trabajen sin descanso en componer el titular y el texto de la bomba informativa que acabamos de recibir de nuestro reportero y que una vez impresos los periódicos los mozos inunden de ejemplares la ciudad!!! 

- Compren y lean, compren y lean, última noticia, los gigantes han regresado, compren y lean!!!
- Chico, toma el medio penique y dame uno. 
No pudo resistir la tentación ante un titular tan impactante. Y es que la noticia no era para menos:

Zaragoza, 6 de Diciembre:

Tras una prolongada ausencia por causas bien dispares, dos de los gigantes del grupo Alazanes volvían a enfundarse el maillot para rodar de nuevo por caminos y sendas: 
Pascual hacía acto de presencia una vez había superado el letargo de su tradicional periodo de hibernación y su temor a ser presa fácil de cazadores y otros infortunios invernales. Ello no quiere decir que hubiera estado recluido en su cueva haciendo acopio de grasas saturadas. Todo lo contrario, y como alma inquieta y culo de mal asiento que es, simplemente había cambiado la bici por la raqueta, las rutas montañeras por las cómodas pistas de pádel y a sus fieles compañeros por su deportista familia con la que compartía la nueva experiencia.
 
Y de David, tras su retorno de las Américas de donde no se libró del frío, de las comidas de franquicias, de horarios impensables para nosotros, de los precios desorbitados, de tener que practicar su inglés con todo el mundo y a toda hora y del trabajo en sí para el que cruzó el charco. Para su deleite también tuvo tiempo de disfrutar de tierra de cowboys como Ohio, de la de gánsters como Chicago e incluso de los impresionantes museos militares de Connecticut.
 
Pensado y hecho. Pascual propuso una ruta sencilla para ir cogiendo forma, de esas anti-barro... pero con barro, anti-cierzo... pero con viento, protegidos de la lluvia... pero con agua, no muy larga a priori... pero que más de uno sobrepasó los 80km. Eso sí, planificada al detalle, con sumo cuidado y con gran parte del recorrido por asfalto para que los mofletes de las posaderas que se habían ablandado por la inactividad no sufrieran en exceso. El track, bien conocido por la mayoría pero con alguna variante alternativa: Utebo, Torres de Berrellén, Alagón, Grisén, Bárboles... y vuelta por el Canal.

La ocasión lo merecía y por ello no iban a rodar solos. Grandes e ilustres veteranos los acompañaron gustosamente: el incombustible y noble Manolo, el alma mater de perpetua sonrisa Miguelón y el profesor e ilustrador Paco, seguidos por este humilde reportero en busca de la primicia y privilegiada exclusiva. 

Salvo por una ligera lluvia más que suficiente para rociarnos como bonsais, por el aire racheado con el que nos aguijoneaba el frío, por el espeso barro que se pegaba a calas, pedales, ruedas y demás sin contar con el lavado extra que necesitó la equipación, por algún charco en el que hubo quien metió los pies hasta los tobillos y llegó con los dedos helados, insensibles y entumecidos y por un pinchazo en la parte final del canal  que obligó a la víctima a apretar dientes y encomendarse a lo divino para llegar al hogar, no hubo ningún incidente reseñable y digno de mención. 

Nadie garantizaba a priori que el retorno de los gigantes debiera ser un camino de rosas y aún así incluso el sol quiso ser protagonista al final de la jornada haciendo acto de presencia.

No haré propaganda del bar donde tomamos la cerveza finalizada la ruta, no la merecen. Como dijo el filósofo: “hoy en día cualquiera se creer capaz de llevar un bar”. ¡¡¡Error!!!

Y eso es todo de momento. Con el excelente trabajo y la inestimable colaboración de nuestros corresponsales seguiremos informando. 

Porque esta rueda ya no para.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

27·11·2021

35. La cápsula del tiempo

Quinto día del quinto mes. Año 135 del Renacimiento de la Humanidad. 

Excavaciones arqueológicas situadas en lo que antaño se conoció como tierras mañas antes del fin de la era moderna:

- Profesor Jones, profesor Jones!!! tiene que ver lo que hemos encontrado!!!

Llevaban años buscando indicios y restos de la civilización anterior al cataclismo mundial acaecido tras el gran apagón del siglo XXI con resultados muy pobres y decepcionantes. Pero todo trabajo bien hecho al final tiene su recompensa. Frente a él tenía un cofre de tamaño medio, envuelto y protegido por lo que en su día debió ser una funda plástica. Aunque el paso de las décadas lo había deteriorado y envejecido afeando su aspecto, sus ojos adquirieron un brillo especial pleno de entusiasmo e ilusión a la par que de incertidumbre e inquietud.
Con cuidado y esmero lo trasladaron a un lugar más apropiado para su estudio y una vez allí procedieron a abrirlo con minuciosidad y delicadeza llevándose una grata y reconfortante sorpresa.

- Fijaos cuantos objetos!!! Es como una cápsula del tiempo.

De la mayoría de ellos solo tenían constancia a través de los escasos conocimientos que permanecían en el Pozo de la Sabiduría, pues como consecuencia del fin de los tiempos todo cuanto figuraba en lo que llamaban la nube se perdió sin dejar rastro y cayendo en el olvido y ostracismo. Sin memoria, sin pasado, sin historia.

- Mirad que vestimenta más extraña. Por los colores rojo, blanco y negro parece un uniforme, adornado con lo que se asemeja a una bandera cutribarrada y sobre ésta unas letras que no se distinguen con claridad pero bien podrían reflejar algo así como Btt Zaragoza.

- Si profesor, pero se ha dado cuenta de la elasticidad del tejido? ¿Podría ser para marcar los esculturales cuerpos atléticos de nuestros antepasados?
- Mi ingenuo y aventajado alumno...  ¿y no podría ser para poder embutir en ellos sus voluminosos y desmesurados corpachones? Te recuerdo que cuenta la leyenda que la dieta de huevos, patatas y cerdo regada con cerveza era muy habitual en ellos. De complexión muy muy estilizada no debían ser.

Junto al maillot se hicieron con otros artilugios insólitos para ellos pero que daban la impresión de tener cierto nexo y  afinidad: un botellín, una cadena, un plato dentado, unas piezas mecánicas con engranajes y pequeñas ruedas o roldanas, unas manetas, etc... ... ... y más, mucho más. Pero lo que de verdad le llamó la atención fue un extraño cuaderno de un grosor considerable. Lamentablemente el paso del tiempo había hecho mella en él sin piedad ni clemencia pero aún así logró abrirlo por la parte menos dañada logrando ojear lo suficiente para descifrar de que se trataba:

- ¡¡¡Es un libro de rutas, relatos y crónicas!!!

Había anochecido. Ya en soledad y bajo la luz de una vela se dispuso a descifrar cuanto le fuera posible y el mal estado de las hojas se lo permitiera. Y esto es lo que pudo leer: 


“13/11/2021. Perdiguera y Velilla del Ebro.

Como ya relaté hace algo más de un año:

Eran pocos e hicieron lo que siempre hicieron los pocos.
Porque cuando uno está en minoría, lo único
que garantiza la supervivencia es la calidad.
Eso fue exactamente lo que hicieron nuestros héroes,
sabiéndose pocos, se dedicaron a ser mejores”

(Cita popular de los Tercios, 1534)

El grueso (que no los más gruesos) del grupo acudimos a Velilla del Ebro a participar en una prueba ciclista en la que nos habíamos inscrito. Pero no por ello los compañeros que quedaron aquí iban a perder la ocasión de juntarse y salir a rodar. Cinco bravos descendientes de aquellos soldados de los Tercios, que con sus picas, arcabuces y mosquetes formaron la élite del ejército que dejó su huella por medio Europa, se dieron cita en el Azud a la misma hora que nosotros nos presentábamos en la línea de salida unas decenas de kilómetros más lejos. Y sí, he dicho cinco: Joaquín, Miguelón, Oscar, Gocha y Manolo y si tengo que repetir cinco veces cinco lo hago: cinco, cinco, cinco, cinco, cinco. Ahí os la dejo botando. Ya sabéis que “un día sin una sonrisa es un día perdido”.

No te puedes fiar. Cuando el organizador nos aconsejó el mejor trayecto para arribar a Velilla, cuando Dani, harto de recorrer esas carreteras, también nos sugirió el mismo recorrido, cuando parecía que todos lo teníamos claro, cuando nada podía fallar... ... hubo quien prefirió hacer caso al sabelotodo de google y dejarse guiar por su aplicación de maps. Resultado: carretera cortada por puente en mal estado, desvío y camino de tierra hasta el pueblo. Increíblemente aún así llegaron antes que yo. No entiendo que esto le pueda pasar al rey de la puntualidad.

Mientras que los mosqueteros ponían rumbo a Perdiguera nosotros, con la buena educación que atesoramos, primero dejábamos salir al pelotón para a continuación iniciar la carrera casi los últimos. Poco más se podía hacer en una salida y calles tan estrechas. Los primeros kilómetros a fuego como un sprint lanzado, abriéndonos paso con suma dificultad, por donde éramos capaces y por donde el resto nos lo permitía. Ahí es donde Daniel impartió una magistral clase de cómo adelantar por huecos inverosímiles. Ya no lo volvimos a ver hasta la llegada a meta. Ni a él, ni a Jorge, ni a los amigos de éste.

Pronto chocamos con dos rampones de los exigentes de verdad, de los que en ocasiones hay que poner pie a tierra y coronar andando. Así les pasó a buena parte de los participantes, aunque por supuesto no fue nuestro caso salvo en una de ellas en la que Javier no es que perdiera el equilibrio y se cayera sino que se bajó de la bici como bien le apeteció. Afortunadamente todo quedó en el susto y la anécdota. 

Menos al principio de la ruta, en la que bordeábamos el río y los árboles y matorrales nos escoltaban, el resto del camino nada tenía que envidiar ni tampoco de que presumir al que por esas horas transitaban nuestros añorados compañeros por Perdiguera. Páramos áridos, esteparios, casi desérticos. Por fortuna el tiempo acompañó y el cierzo que tan vilmente había azotado la semana anterior se tomó un merecido descanso. 

No te puedes fiar. Cuando crees que a Enrique se le atragantan las cuestas, cuando queda rezagado al aumentar el desnivel, cuando parece sufrir más de la cuenta si el manillar apunta al cielo... ... es todo un espejismo. Prepárate y átate los machos porque cuando se nivele el terreno y sobre todo cuando acometa un descenso te dejará atrás, sin aliento y con el corazón bombeando sangre de forma frenética.

Cierto es que rodar junto a Armando te da la tranquilidad y la certeza que nunca te quedarás solo. Medio en la sombra y casi en un imperceptible segundo plano es un todo terreno que porta la serenidad por bandera y el compañerismo por estandarte.

Llegar al avituallamiento y encontrarte con las delicias que nos tenían preparadas no tiene precio. Nada de barritas, de frutos secos, complementos artificiales ni similares. Que pena, nada de eso. Muy a nuestro pesar tuvimos que hacer el descomunal esfuerzo de atiborrarse de palmeritas de chocolate, lacitos de azúcar glasé, flautines de hojaldre rellenos de chocolate... ... ahhh bueno, creo recordar haber visto algún plátano pero no estoy seguro. Y lo mejor de todo es que debíamos pasar dos veces por allí. Pá habernos matao!!! Ahí nos aguardaban Carlos, el titán de negro, fuerte como una roca y con tipín de torero y el cigarrillo pegado a un mozo, perdón, mi ahijado fumando su último pitillo. Decidimos hacer tiempo, dando buena cuenta de nuevo de la bollería que aún nos incitaba a degustarla, mientras esperábamos a Cris que rodaba algo más rezagada.

No te puedes fiar. Cuando un valenciano propone ir tranquilos, cuando sugiere hacer los últimos kilómetros y entrar en la meta juntos, cuando calla para coger aire, cuando se va por delante y echando la vista atrás comprueba que su inmediato perseguidor es su ahijado... ... se prometerá a sí mismo morir en el intento antes que dejarse alcanzar por él. Por él no, con su música y sin manos, otra vez no. 

Y así, a la par que nuestros añorados mosqueteros se hidrataban con las tradicionales cervezas de fin de ruta nosotros llegábamos a meta para acometer con entereza el fin de fiesta: platos y platos de jamón, queso y barra libre todo tipo de líquidos hidratantes mientras preparaban las paellas populares. Por primera vez en más de diez años en tierras mañas pude comer una paella valenciana como tiene que ser: de pollo, conejo, bachoqueta y garrofón. Como la exigencia obliga no me quedó más remedio que repetir con un segundo plato tratando de encontrar una tacha o carencia pero tuve que ceder ante la realidad: estaba exquisita!!! 

Tertulia, sorteos, bingo, despedidas y de vuelta a casa tras un memorable día para recordar...  ... y repetir."


La noche avanzaba y los párpados empezaban a pesarle como losas pero aún así la emoción le impedía cerrar el libro y recostarse para descansar. Pasó páginas buscando la siguiente crónica y sin demora se dispuso a leerla:


“20/11/2021. Galachos, sendas y balsas.

Por Dios, por Dios!!! Ponerse de pie, ponerse de pie!!!

Esta semana si que si. A pesar de las notables y numerosas bajas por motivos dispares y variados una decena de Alazanes iniciaron la marcha desde la Pasarela del Voluntariado buscando, temerosos ante la previsible ira y azote del cierzo, refugio entre sendas y galachos. A priori era una ruta sencilla y plana pero no por ello carente de atractivo y diversión. Entretenida, técnica y rodeados en buena parte de ella por la frondosa vegetación con sus variadas y múltiples tonalidades otoñales.

Al igual que nadie se queda solo ni nadie vuelve solo, en este caso tampoco nadie iba a salir solo. Así que Enrique, en un gesto que le honra y muy aplaudido por todos, esperó a Manolo para rodar con él hasta reencontrarse con el resto de la partida. No era para menos, lo del tete Manolo es digno de alabar y por ello se ha ganado a pulso un pedestal en el palacio del sacrificio y la tenacidad. Bravo por los dos.

Otra ley no escrita de este mundillo que tanto nos apasiona y repetida hasta la saciedad es que hay que comer sin hambre y beber sin sed. Pero no confundamos: pegarle cuatro tientos a la bota de vino y olvidarse del agua no es hidratarse. Y eso se paga, que se lo pregunten a alguno que sabemos. Se dice el pecado pero no el pecador.

Pero como no hay mal que dos cervezas dure, todo cambia con las posaderas acomodadas en la silla del bar, jarra en mano, tenedor apuntillando las patatas, bromas, risas y la mejor de las compañías.

Poco más puedo contar de una jornada en la que por motivos laborales no pude asistir. Tan solo firmar y compartir cada una de las palabras que subió Enrique al foro convidando a quien aun no las haya leído a que dedique unos minutos a ello. 

De verdad que vale la pena, te lo aseguro”


Corta. Eso pensó y en parte lo agradeció pues el agotamiento y el sueño se estaba apoderando de él. Una más, se suplicó a sí mismo. Si también es breve, una más por favor. Pasó página y continuó leyendo:


“27/11/2021. Ermita de Peramán

Waiting for sunny days (esperando días soleados)

Conforme se acercaba el sábado las bajas en la tropa iban aumentando. Tampoco el temporal de lluvia, frío y viento padecido toda la semana animaban a los dubitativos. Como último reclamo lanzamos el anzuelo del almuerzo para ver si picaba alguno más. Pero nuestro gozo en un pozo y eso que buscamos una ruta fácil, llana, anti barro y sin tener que madrugar. Lo primero es lo primero: compromisos familiares y obligaciones laborales siempre salen victoriosos en las batallas, pero no ganan la guerra.

Me da apuro decirlo y en esta ocasión no la quiero dejar botando así que... ... cuatro más uno nos presentamos en el Parque Deportivo Ebro para iniciar la marcha. Contrariamente a lo habitual llegué el último y lo peor: con la acosadora lluvia persiguiéndome como si yo fuera un moroso y ella un cobrador insaciable. El encuentro con Daniel, Miguelón, Manolo y Javi fue breve. Lo justo para saludarnos y arrear como alma que lleva el diablo, huyendo del cielo gris plomizo que amenazaba con refrescarnos las ideas y lo que no son ideas.

Nuestros compañeros los Rider´s habían propuesto la misma ruta pero saliendo de la Pasarela del Voluntariado así que dábamos por hecho que en cualquier momento nos pasarían por encima sin darnos cuenta. Pero no sucedió así. Cierto es que iniciamos la primera parte con una media nada desdeñable sino más bien todo lo contrario. 

A pesar de ello poco tardó la lluvia en darnos alcance y descargar sobre nosotros sus penosas lágrimas lo que nos obligó a detenernos para cubrir nuestros lozanos y exuberantes cuerpos con los chubasqueros. O si, o no, me lo pongo, no me lo pongo... ... cuanta duda Señor. Al final solo aquel hombretón que no conoce la vergüenza pero siempre rebosa buen humor y alegría demostró tener más conocimiento que el resto.

La paleta de colores del cielo no auguraba nada afable y cordial ni tampoco podíamos esperar piedad y compasión por su parte así que con el optimismo bajo mínimos decidimos acudir directamente al verdadero y auténtico reto del día: el almuerzo. Después de “desorientar” debidamente nuestros pasos hacia Monzalbarba comprobamos la validez, crudeza y triste veracidad de la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. Con Joaquín esperando en la puerta del bar para compartir solidariamente el sacrificio del tentempié con nosotros una bofetada de decepción nos sacudió sin contemplaciones: ni había mesa libre ni se esperaba que la hubiera en breve. Que día pardiez!!!

Como la ruleta de la fortuna de cuando en cuando otorga algún premio, el destino quiso paliar tanta adversidad y desventura. Nos dirigimos directos al bar de Almozara pero esta vez no nos conformamos con las típicas cervezas y patatas y desafiamos al colesterol con unos generosos huevos, patatas y... ... ya se sabe, sin palabras. Todo bien regado con vino, gaseosa y de postre un carajillo a la vista de los policías locales que habían entrado a tomar café con leche. 

Y así acabó la ruta de este sábado. Desde luego no quedará para los anales de la historia pero no siempre pintan copas, los bastos también juegan.”


Poco más pudo leer. La fatiga y la somnolencia ganaban terreno hacia un letargo que le era imposible de esquivar. Tan solo pudo ojear algún retazo de otras crónicas y de unos relatos ambientados en la Edad Media, el viejo Oeste, los mares embravecidos, volcanes, casinos de juegos, la selva... ... Cerró los ojos a la par que el libro y mientras entraba en trance pensaba en que su descubrimiento nunca tendría el calado y la magnitud de los de su antepasado Indiana entre los años 1935 y 1950: el Templo maldito, el Arca perdida o el Reino de la calavera de cristal. 

Pero sí estaba seguro de algo: para este grupo de ciclistas llamados Alazanes sus rutas y la aureola única y peculiar que las envolvía tenían un valor incalculable. Por ello no dudaron en incluir en un lugar privilegiado de la cápsula del tiempo su libro, su historia.

Suena el despertador. Seguimos en el 2021 y todo ha sido un sueño, o una pesadilla. Tan solo una delgada línea los separa, al igual que a las dispares versiones de una misma historia, las cuales difieren dependiendo de los ojos con los que se ven y de quien y como las cuente. Todas respetables, todas defendibles. Unas manteniendo viva la llama de la discordia y la confrontación y otras amparándose bajo el escudo de la cordura y la indiferencia.

Buenas noches y felices sueños... ... o pesadillas.