martes, 14 de diciembre de 2021

11·12·2021

37. Cabañas de Ebro

¿Quién dijo miedo?

Conforme avanzaba la semana las noticias sobre los desbordamientos e inundaciones por tierras riojanas tras la crecida de un Ebro alimentado en buena parte por el agua acumulada de la borrasca Barra y su vil azote al norte del país, eran cada vez más preocupantes.
Cuando lo más precavido hubiera sido cambiar la ruta prevista, lo más sensato rodar alejados de la ribera, lo más racional buscar un track anti-barro, lo más coherente no tentar la suerte... ¿Quién dijo miedo? Pues decidido: a Cabañas de Ebro que nos vamos.

Cierta ocasión un gran veterano, del cual omitiré por respeto que se llama Daniel, me dijo que los abuelos  se habían ganado el derecho de contar sus batallitas cuando, donde y ante quien quisieran y los más jóvenes, o los que estamos atravesando una segunda juventud, teníamos la obligación de escuchar, asentir, disfrutar y casi por obligación mostrar cara de embobamiento y fascinación.

Pero no es menos cierto que estos tiernos pipiolos jubilados tienen un don adquirido: la sabiduría que les da la experiencia. Por ello cuando el otro mozalbete felizmente retirado de la vida laboral, del cual también por respeto omitiremos su nombre (puedes estar tranquilo por eso Joaquín), afirmó categóricamente que NO había peligro, las dudas y los temores se volatilizaron como una margarita deshojada a cañonazos. La inquietud e incertidumbre se tornaron en ilusión y ánimos renovados. 

La única duda y recelo que ondeaba en el aire era la cantidad de valientes que se presentarían en la Pasarela del Voluntariado a las 09:00. Con esta tenebrosa y maquiavélica costumbre tan popular en las anteriores semanas de apuntarse a última hora del viernes, una vez más flotaba en el aire una enigmática aureola de misterio.  Aún no tengo claro si este nuevo hábito o moda es por mantener en vilo la paciencia de quien propone la ruta, por simple casualidad o por pura guasa y cruel cachondeo, pero sometido a tal tensión jamás recuperaré mi añorado y frondoso bosque capilar.

Los que entran por los que salen: 16 apuntados menos dos que se caen de la lista el mismo día, más uno que se apunta en la propia Pasarela, otros dos que se presentan sin apuntarse y un tercero que nos da alcance en la parte inicial del camino = 18 alazanes prestos y dispuestos... ¿Quien dijo miedo?

Mención especial para unos auténticos cracks como Robert, Santy y Javier JR. quienes mostraban por igual su poderío físico como su compañerismo y solidaridad y para Luis Javier quien con su coleta canosa al viento volvía una vez más a rodar con nosotros. 
Para detallazo el de Jose Luis que, acompañado de su juguetón cachorro albino, acudía al lugar de la quedada solamente para saludar a los compañeros que le reservan su sitio en la grupeta, con estima, afecto y hasta que sus problemillas físicos permitan su esperado regreso. Bien sabe que es así. 

Mientras Dani Spielberg calentaba su Camera Design Studio, Go-Pro Collection, Full Cinema y Special of the house con unas primeras tomas de las pardas y embarradas aguas del río iniciábamos la marcha buscando la sequedad y comodidad del asfalto por el que afortunadamente rodaríamos la gran parte del trayecto. 
En los primeros kilómetros elevar la mirada al horizonte no era muy tranquilizador pues un sombrío y encapotado nubarrón hacia el que nos dirigíamos no presagiaba nada halagüeño. Pero... ... ¿Quién dijo miedo?

Felizmente los dioses a los que encomendamos nuestro destino se dignaron a escuchar las plegarias y la siniestra amenaza se esfumó como por arte de magia. Gracias. La ofrenda de las cervezas se la dedicaríamos hoy a su divina compasión y misericordia.
Algo despistado debía deambular Eolo pues, desconocedor del buen hacer de sus parientes, él si que quiso ser protagonista tanto para bien en el raudo y fugaz regreso a Zaragoza como para mal en el cansino y agotador camino hacia Cabañas de Ebro. Aunque intentó vapulear a todos por igual se cebó especialmente con Toño, sabedor que llevaba muchas semanas sin rodar y por ello se le antojaba una presa más fácil. Pero no contaba con la tenacidad del caballero con voz de tenor de ópera y el escudo que le brindaron compañeros como Armando, Paco y Fer. 
Para entonces Miguelón, por una lamentable e inesperada avería en el desviador del plato, y Gocha, víctima de la dictadura del reloj, habían vuelto sobre sus pasos sin poder, muy a su pesar, completar la ruta.

Poco antes del destino nos topamos al fin con el cauce del Ebro en todo su esplendor, junto al cual navegamos en paralelo como un afluente más en busca de un punto en el que converger y fusionarnos en uno solo. Impresionaba comprobar in situ y en toda su magnitud el poder de la naturaleza. Llegamos a Cabañas buscando las ruinas del antiguo puerto fluvial y el dique de hormigón reforzado construido sobre él para hacer la foto de rigor con la crecida del río de fondo mientras los lugareños, con semblantes de auténtica angustia y justificada preocupación, empezaban a reforzar puertas y a tomar otras medidas preventivas ante las previsibles inundaciones. 

De la vuelta poco que contar. El mismo recorrido que a la ida pero con aire a favor, mucho asfalto y el barro justo y necesario para acreditar ante las autoridades pertinentes de cada cual la evidencia de la salida en bici. Eso sí, hubo quien hizo acopio de tal cantidad de fango que más parecía que acababa de realizar una prueba clásica de ciclocross belga, holandesa o vasca que una ruta asfaltada. Pero tranquila Maria Luz, que por respeto también omitiremos tu nombre.

En el bar y en esta ocasión la solemne ceremonia del brindis le correspondió a Oscar aprobando con una nota media-alta. Visto lo visto y oído lo oído algunos progresan adecuadamente como él pero otros... ... otros necesitan mejorar, y mucho.

Puede que esta crecida del Ebro no sea como la de 1643, la de 1775, la de 1871 o la más reciente de 1961 pero será la que guardaré en mi maltrecha memoria para contarla cuando, donde y ante quien quiera como buen abuelo narrador de batallitas que pretendo ser en un tiempo no muy lejano. Las otras ya se encargaron de relatarlas a sus nietos otros abuelos.

Pastillita y a dormir... ... que estas ya no son horas según que edades.

¿Quién dijo miedo?


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