25·04·2008
La encrucijada
¿Dónde está el límite de la injusticia?
Tenemos una vida cómoda, organizada, previsible, planificada: trabajo, casa,
amigos, hijos y el entorno que nos rodea.
Pero a su vez monótona, rutinaria, desilusionante, estresante e
incompleta en lo que a la felicidad se refiere.
Entonces;
¿Hasta que punto es justo perjudicar y hacer daño a esas personas que forman el
tesoro más preciado que pueda tener un padre por intentar romper ese muro,
saltar la valla y girar la senda buscando un nuevo camino?
No podemos ejercer de Jueces, dictar un veredicto egoísta y sancionarlos con
una larga condena de dolor .
Pero;
¿Hasta que punto, también, es justo mantenerse en ese bosque oscuro, librando
una perdida batalla con los zarzales que te arañan día a día, donde las ramas
no te permiten ver la luz y los frondosos árboles no dejan pasar el aire
asfixiándote sin remedio?
Y;
¿No puede esa luz surgida de entre las afligidas sombras ser la estrella
que puede guiarnos hacia el valle de esperanza, ilusión, y felicidad
soñado por todos alguna vez?
Rebeldía o conformismo, ¿es preciso elegir?
¿Podemos rebelarnos ante las heridas más profundas manteniendo los cimientos
del castillo intactos?
Podemos seguir esa luz buscando nuevos horizontes sin tener que destruir
muros ni vallas, podemos viajar entre dos aguas, podemos ser libres para dar un
paso más, y otro, y otro... sin derribar la aldea con el ariete de la locura y
protegiendo esas valiosas joyas que tanto queremos.
Pero en el camino siempre hay piedras y trabas que te hacen
tropezar , frenar ó desviarte y por tanto no llegar a tiempo donde uno quiere,
ni "ver" a esa persona que
sabe que le está esperando y con la que desearía estar un rato en su rinconcito
secreto del final de la senda.
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