lunes, 15 de marzo de 2021

21·02·2021

14. Urbanización Fantasma, La Muela

“Que la adversidad te pueda frenar, pero que nunca te pare”

Catorce carrizos, juncos de esos que el viento doblega pero no quebra, nos reunimos a buena hora en la Fuente de los Incrédulos. Esta vez el nombre de la fuente quizás no era el más apropiado porque si algo tenía credibilidad y de algo estábamos seguros era de la previsión de que el muy angelical y encantador cierzo se iba a auto-invitar y nos acompañaría en la ruta. Y así fue, vaya que si así fue.

La ida sin más complicaciones, parte de canal y parte de asfalto, caminos de buen transitar y otros no tanto, rodando en dos grupos, manteniendo distancia y con pedaleo ligero pero no a fuego. El que más y el que menos sabía lo que esperaba más adelante por lo que no era momento de alardes ni desgastes innecesarios. Por primera vez, al menos para mí, no tuvimos que cruzar a pie el charco y barrizal del agujero conocido por todos y que tantas fotos y anécdotas ha protagonizado. Buena idea el nuevo desvío que lo bordea.

A partir de ahí iniciamos la suave y tendida pendiente (al menos en su inicio) por la parte trasera del polígono con un camino que paulatinamente se va estrechando y complicando. Aun así tienes tiempo de comprobar hasta donde llega la hipocresía y miseria del hombre capaz de mandar a Marte al robot Perseverance en busca de señales de vida mientras desprotege y maltrata la de aquí: escombros, mobiliario destrozado y basura de todo tipo que tuvimos que sortear en la senda hasta llegar a pie de la auténtica subida del día.

Es de esas pendientes que no tienen un desnivel exagerado ni una larga distancia pero que te hacen subir las pulsaciones y bajar el ritmo, te obliga a tomar más aire del normal y de paso te hurta las palabras y te oculta la sonrisa. Pero esta se recupera rápido, nada más coronar la cumbre donde siempre hay al menos un compañero animando. No hay prisa por reagrupar, todo llega y todos tienen su mérito. Es el momento del corrillo y la tertulia, de la barrita, el plátano o lo que se tercie y de la foto grupal.

Y como no, el detalle hacia la mujer de Enrique en el día de su cumpleaños. Detalle de los que surgen del corazón, aplaudido por todos, y cuya valía radica en el sentimiento con el que se piensa, se prepara y se obsequia. Porque se lo merece y te lo mereces. Amunt!!! (Que la adversidad te pueda frenar, pero que nunca te pare).

Había que reanudar la marcha y transitar por la Urbanización fantasma, otra barbarie del ser humano, un sueño de algunos por crear una zona habitada de 1.500 viviendas pero que tras más de una década de abandono, vandalismo y deterioro la imagen es lamentable y bochornosa: alcantarillas sin tapa, registros de luz abiertos, agujeros, maleza ... todo ello ofrece un paisaje siniestro, sombrío y aciago.

Ahora sí, lo que debía ser un vertiginoso descenso y un raudo llanear hasta el final de la ruta se iba a tornar en un auténtico suplicio, una lucha sin cuartel, cuerpo a cuerpo con un enemigo invisible: el viento. Te martillea constante y sin tregua, golpe a golpe va mermando tus fuerzas llevándose desmenuzada como migas de pan la fracturada moral. Te vacía, te impide avanzar y si pierdes la rueda del compañero o la protección del grupo quedas en tierra de nadie y ruedas kilómetros vociferando: m´en cague en la mare que lo ha parit, fill de put...!!! (creo que no hace falta traducción ¿verdad?).

En situaciones similares era cuando mirabas hacia atrás y siempre tenías a Armando cerrando el grupo protegiendo al último compañero como un auténtico y fiel guardaespaldas. Es nuestro Kevin Costner particular, ya sin escayola y seguro que muy pronto rodando de nuevo con todos. Gran noticia.

La parada en Casa de Ganaderos para un nuevo reagrupamiento fue como toparse con un oasis en el desierto. Recobrado el aliento y el buen humor había que seguir porque, además que el cielo oscurecía por momentos amenazando tormenta, las manillas del reloj nunca se detienen y aliadas con un cierzo cada vez más enfurecido vaticinaba que la hora prevista de llegada corría el riesgo de retrasarse.

Y tristemente salió medio victorioso. A recalcar lo de medio porque aunque no nos pudo parar si tuvo arrestos suficientes de frenarnos lo justo para privarnos de la cerveza y la tertulia en alguna terraza. Un privilegio tradicional que nos arrebató por plantarle una resistencia implacable. La próxima vez busca aliados en todos los dioses paganos si de verdad pretendes que pongamos pie a tierra.

“Que cruz la que lleva el viento,
que aunque vuela por donde quiere,
no tiene hogar ni rumbo
ni nadie que le espere”


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