miércoles, 5 de mayo de 2021

05·05·2021

“Los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones,

nuestro enemigo más fuerte, el miedo a nosotros mismos,

la cosa más fácil, equivocarnos,

la peor derrota, el desaliento,

los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor,

las sensaciones más gratas, la buena conciencia,

el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos

y la disposición para hacer el bien.”

 (Extraído de “El Quijote de la Mancha”, Miguel de Cervantes)

 Percibes parte tristeza y pesadumbre, parte frustración y decepción cuando aprecias que tu mensaje no solo no ha calado ni se ha interpretado como era tu voluntad y anhelo sino que, tras ser distorsionado y convertido en un fiasco, se ha volteado en tu contra.

Al igual que el capitán del barco que emite palabras de aliento a la marinería ante un inminente naufragio y es desoído y desatendido e incluso recriminado y culpado de la previsible tragedia, así te llegas a sentir cuando en un escrito anterior con el que tan solo buscas limar asperezas y ensalzar las virtudes que hay que defender a capa y espada, apartando todo aquello que perjudica, lo único que se crea es confrontación y hostilidad por aquellos que buscan mal intención donde no la hay, que releen entrelíneas con lupa rastreando indicios molestos, que adulteran sin sentido comentarios, tergiversan expresiones y confunden el alma del texto porque lo ojean a través de un prisma tan oscuro como el ambiente creado.

En ocasiones nos ciega de tal manera “nuestra realidad” que nos enfrascamos en una absurda caza de brujas buscando culpables para justificar nuestros propios errores propiciando una innecesaria purga y el desmembramiento de la fortaleza que nos unía. Metidos de pleno es esa espiral de despropósitos el desenlace no puede ser nada halagüeño y las secuelas se avecinan desalentadoras y desagradables para todos. Hay situaciones que son como el eco: si no nos gusta lo que estamos recibiendo, fijémonos en lo que estamos emitiendo.  Después de mirarnos al espejo y con la mente abierta y despejada ya podremos juzgar con convicción los sonidos del resto.

Por fortuna la gran mayoría entendió con prontitud y claridad el propósito de ese alegato, quizás porque fue leído con la mejor de las predisposiciones y captando la idea general y global que se quería transmitir con él. Sin más, sin doble lectura, tal y como fue redactado.

Ese desconsuelo y amargura, desengaño y revés se vio apaciguado y mitigado por la cantidad de notas recibidas, aplaudiendo tanto el mensaje en sí como las palabras utilizadas para expresarlo, con respeto, delicadeza y esmero, salpicado con gotas de ironía y gracia, pero jamás con desaires, menosprecios, ofensas ni gestos o alusiones malintencionadas.

Mi más sincero y profundo agradecimiento a todos ellos por las vibraciones positivas que me han obsequiado y mis disculpas para quien dudó de la buena fé con la que fue concebido el texto por no haber sido capaz de trasmitirles, con la transparencia deseada, la idea reconciliadora pretendida.

 “Cuando cambias el modo en que ves las cosas,

las cosas que ves cambian también”

 (Wayne Dyer)


3 comentarios:

  1. Siempre tienes palabras de aliento aunque estés moribundo, siempre estás disponible para apaciguar cualquier tempestad. Tienes el corazón muy noble y eso te convierte en todo un caballero. No cambies Sir Fer.

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  2. Que gran persona demuestras ser cada día
    ,pidiendo perdón hasta a las personas que son ciegas de su ego.
    Como siempre me descubro hacia ti ,de rodillas y quitándome el sombrero, que don de palabras, que envidia más sana de como redactas los pensamientos.
    No cambies tu forma de ser.
    Todo un lujo el acompañarte en las salidas SIR FER
    Tu compañero de Trincheras

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  3. Sir Fer, bonitas palabras. Como tú dices, todo lo que ilumina debe permanecer ardiendo, y lo demás sobra.



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