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08·11·2020
Balsa de Larralde - Casa Ganadero
“Nunca nos habíamos enfrentado
a unos jinetes como los Alazanes.
No se derrumba, es como una roca,
no desespera y resiste pacientemente
hasta que puede adelantarte”
(Gustaf Horn, Coronel sueco, batalla de Nordlingen)
De la densa y húmeda bruma fueron emergiendo una a una las siluetas de nuestros
jinetes en el lugar de la quedada, el Parque Deportivo Ebro, donde les
esperaba, entre otros caballeros, ese grandullón de sonrisa eterna y gracejo
natural capaz de hacer olvidar en segundos las frustraciones, desengaños, desilusiones
y desazones a quien las hubiera padecido durante la semana. Para ello se valió
en esta ocasión de una ocurrente y divertida danza que contagió al resto de la
tropa y los acompañó a lo largo de la jornada.
Desde allí lo primero que divisaron fue a la guardia de la villa controlar el
tránsito de carrozas y carruajes con el deber de aplicar las normas que habían
implantado los nobles, consejeros y demás personajes con potestad con el fin de
paliar los contagios y daños originados por ese enemigo invisible venido de
Oriente.
Y precisamente por tal circunstancia el Líder, con buen criterio y en un acto
de responsabilidad tan habitual en él y aplaudida siempre por el resto, propuso
dividir la hueste en dos grupos pues todos eran conscientes de que no eran
ajenos ni estaban libres de caer en la sombra del mal que asolaba el mundo que
conocían.
Esta no fue la primera epidemia que quedó plasmada en pergaminos pues a lo
largo de la historia antepasados y descendientes de nuestros héroes debieron
batallar con otras como la plaga de Atenas, la peste de Justiniano en el siglo
I d.C. la plaga Antonina o plaga de Galeno (posiblemente sarampión o viruela),
la Peste negra (la plaga más mortífera de la historia), viruela, gripe
española, ébola, SIDA ... ...
De esta guisa iniciaron la cabalgada, separados sí pero a corta distancia para
poder atender unidos cualquier incidencia porque como muy bien pregonó en su
momento el Líder: “... ... ... pero esto no implica que, por ir en grupos
reducidos, no sigamos teniendo el carisma y espíritu de El Ritmo lo marca el
último”. Sabias, sensatas y loables palabras que reafirmo y comparto.
Raudos y vivaces arribaron a la Balsa de Larralde, humedal que junto a las
balsas del Ojo del Cura y Ojo del Fraile forman un conjunto de lagunas que
rodean los arrabales de Casetas y Garrapinillos originadas por el hundimiento
del terreno al diluirse los yesos del subsuelo por la acción de las aguas
subterráneas. Rica en flora y fauna sirve de protección de aves acuáticas como
la polla de agua, el martín pescador, ánade real y cormorán entre otros. Está
acordonada por un cinturón de chopos, sauces, carrizo y anea que sirve de
refugio, para anidar y buscar alimento a fochas, patos, golondrinas, mochuelos,
mosquiteros y carboneros.
En este atípico lugar se dio un reagrupamiento con el fin de plasmar para la
eternidad la danza popular del pavo. No podían trovar escenario mejor y así
desmontados de sus corceles y desprendiéndose del ímpetu guerrero fueron
desfilando con gran sentido del humor por la pasarela del mirador entonando el
canto e imitando los andares de tan singular ave.
Recobrado el sentido común, con brújula y mapa en mano, retornaron a la ruta
para una vez franqueado el Puente de Clavería otear el horizonte rumbo a la
Casa de los Ganaderos donde llegaron con más esfuerzo del deseado al tener que
transitar por caminos torturados por las lluvias del día anterior.
Es obligado aplaudir la actitud y fortaleza de las amazonas que cabalgaron
junto al hidalgo Fernán, auténticas guerreras de gran valor y cazadoras
inquebrantables de sueños y retos. Mención especial requiere la más veterana en
la hueste, Lady Mª Luz, quien cuando el camino se eleva hacia las nubes fustiga
a su potro y lo lanza a galope a coronar impetuosamente las cumbres, poniendo en
evidencia al resto de jinetes incluso a su consorte, otro respetado y admirado
miembro, estandarte a seguir y del que no hay que olvidar que posee el honor de
ser cofundador de esta leyenda.
Ya en este segundo destino procedieron a un nuevo reagrupamiento para recuperar
fuerzas, engullir pequeñas raciones de sustento, beber agua y, ante la sorpresa
de otros grupos que se hallaban allí para los mismos menesteres, deleitarse de
nuevo con la coreografía del bailoteo que ya habían estrenado en la correría al
Casino de Montesblancos. Muchas carcajadas y sorprendentemente (o ya no tanto)
mucho ritmo.
Superado este lapsus de falta de cordura vuelta a montar y de nuevo a cabalgar
buscando terreno más firme y consistente ante la más que probable presencia de
fango y lodo en la ruta inicialmente prevista.
Aún tuvieron tiempo de realizar otra parada para plasmar en lienzo la imagen de
los participantes en la razia de esta jornada antes de adentrarse en un
entretenido y peculiar laberinto cuyo fin era completarlo totalmente, misión
harto difícil.
Y ya para finalizar, y como no podía ser de otra manera, no podía faltar la
tertulia en la taberna aunque lamentablemente tuvieran que sentarse en mesas
separadas otra semana más, situación que no impidió que al unísono alzaran sus
voces y lanzaran al cielo su grito de guerra para sorpresa de los allí
presentes.
“Cayó la pizca de arena
dejando el reloj vacío
preciso era su volteo
para nacer nueva era.
Más no sería hoy, no
pues con alma perdida
vagaba triste el tiempo”
D´Onanffer Sanfort - Letras y rimas, 1965.
Así lo he contado y lo archivo para que quede a disposición de vuestras
mercedes.
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