miércoles, 26 de mayo de 2021

22·05·2021

21. Camina hacia tu sueño.

“Es una locura odiar a todas las rosas

porque una de ellas te pinchó,

renunciar a todos tus sueños

porque uno de ellos no se realizó”

              (El Principito)

 Esta nueva quedada fue planificada por el Maestro a una hora inusual para evitar la rima fácil que tanta guasa, chufla y chascarrillo da de sí. La predicción del chamán auguraba buen tiempo y siguiendo esta vez su consejo el atuendo invernal y el ropaje cortavientos o bien quedó en el ropero de la choza o presto acabó en las alforjas de la montura.

A pesar de la más que holgada y tardía hora prevista para iniciar la cabalgada el innombrable hidalgo hizo alarde de nuevo de su falta de puntualidad. No tenía ni excusa ni perdón y menos habitando en una morada a tiro de arco del Azud del Ebro. En tiempo de batallas hubiera recibido un severo castigo: que menos que una docena de latigazos, uno por cada jinete que en esta jornada y por culpa suya tuvo que esperar ansioso la partida. Si de este aprendiz de juntador de palabras hubiera dependido con gusto le habría aplicado tal penitencia.

Partió la tropa dirección a Santa Isabel quedando rezagados Lord Gocha y el explorador Javier M´Oskitt junto al lumbreras anteriormente citado. Con prontitud darían alcance al resto, incluso antes de arribar a la pasarela, pues cuando el Brigada tensa las trinchas, oprime los estribos y marca su particular marcha castrense las millas se consumen fugazmente.

Con la reagrupación, y por fortuna, hubo tiempo para insuflar aire a los acelerados pulmones y relajar el apresurado bombeo de sangre. Pero el sosiego se zanjó con rapidez, se impuso la cadencia marcial y a un ritmo nada desdeñable este tropel de alazanes se personó en un visto y no visto en el Azud de Urdán. De Azud a Azud y por el... te la... ... nada, aquí no cuela la rima.

Un breve pis-stop, cuatro risotadas, trago de agua y de nuevo a colocar las posaderas en la silla de montar para reiniciar la galopada hacia el barrio del Comercio, Villanueva, calzada de Leciñena y vedado de Peñaflor. Un camino novedoso para la mayoría de los jinetes y por ello una grata sorpresa. Cuenta la leyenda que el Maestro Pascual dedicó parte de la semana a adecentar y limpiar de piedras, cantos y guijarros este flamante recorrido para deleitar a los caballeros. Quizás le faltó cargar en el carromato algún viaje más pero el que hace lo que puede no está obligado a más. Y menos para alguien que se desvive por la hueste como lo hace él.

Engullidos por el pinar que los rodeaba comenzaron la primera de las ascensiones del día y sin apenas percibir el sudor en el pelaje de los corceles se plantaron a los pies de la Atalaya donde antes de saborear las viandas que portaban invocaron a los dioses con la Danza del Gallo para que fueran bendecidos y santificados dichos manjares.

Con el zurrón de las fuerzas colmado y tras un efímero paso por la Ermita de San Cristóbal afrontaron el reto de más entidad y relevancia del libro de ruta de esta jornada: el Alto del Campillo. El sol, sabedor de la dureza de la escalada, fue benévolo y complaciente y se mantuvo en un segundo plano oculto tras las nubes para no atormentar en exceso a los guerreros. Incluso el aire atesoró bondad y generosidad menguando su ímpetu y el brío de ocasiones anteriores. En fila de uno y con la conocida complicidad entre jinete y corcel fueron coronando el desafío con bravura y arrojo y ya desde el mirador jalearon y llevaron en volandas en la última rampa al bragado y vigoroso hombretón venerado por todos por su ejemplar y modélica tenacidad.

Tanto el descenso como el trayecto de regreso a la villa discurrieron sin incidencias ni sobresaltos. Es más, con tanta placidez y bonanza que el caballero con más descaro y carente de vergüenza Lord Miguel (siempre “on” nunca “off”) y el innombrable peleado con la puntualidad se enfrascaron en la ardua labor de ensayar el bramido con el que relinchar y brindar jarra en mano al término de la ruta.

Y así se dispuso la ceremonia en torno a las mesas de la taberna de Santa Isabel mientras procedían a la merecida hidratación. Contaron con la estimable y agradecida colaboración del fornido y legendario guerrero Mamolar, quien debía plasmar sobre lienzo la imagen del brindis pero... ... ... quizás la emoción del momento le superó o quizás demasiada mano para tan fino pincel, el caso es que no pudo atinar el instante preciso que deseaban retratar. No será su mayor virtud pero tiene otras tantas más que hay que quererlo sí o sí.

Tras este desliz se regocijaron con la amena tertulia, donde Sir Daniele y su mano derecha Joaquín se afanaron en poner dientes largos y provocar sana envidia (¿sana?) con sus futuros proyectos de viajes y correrías. Un admirable espejo en el que vale la pena intentar reflejarse, si señor. No hubo tiempo para más así que regresaron a sus respectivas moradas con la ilusión y esperanza de que la semana volase los más rápidamente posible para reencontrarse de nuevo en la andanza del siguiente sábado y compartir flamantes aventuras frescas.

A pesar de lo narrado en este tostón no hicieron nada diferente ni especial de lo que ya venían practicando desde tiempos antiquísimos: salir a cabalgar como una hermandad, en un ambiente marcado por la fraternidad y la concordia, esquivando flechas y sin prestar atención a los dardos envenenados que pudieran caer sobre ellos. Porque la armonía, unión, camaradería y diversión, el compañerismo, compadraje, alborozo y entusiasmo, el buen ambiente, bullicio y jolgorio, así como las ganas de gozar de una afición común no son propiedad exclusiva de nadie ni nadie tiene la patente y potestad sobre estos valores y virtudes. Están ahí para uso, hábito y disfrute de todos y todos tenemos la libertad y la oportunidad de disponer y beneficiarnos de ellos.

“Que la paz sea con vuestras mercedes

pues dignos merecedores de ella sois

por vuestros actos, palabras y pensamientos”


1 comentario:

  1. Hidalgo Fer, es un espectáculo leerte. En tus anteriores vidas, debiste ser trovador de la Corte. Solo te falta cantar, me figuro que todo llegará.

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