miércoles, 1 de septiembre de 2021

21/28·08·2021

29. Murallas de Grisén / Ermita San Jorge · Presa de Pina

Butaca 13. 

"Mi nombre es Máximo Cierzo Mañico, comandante de los vientos del norte, general de las ventiscas del Ebro, fiel servidor del verdadero dios Eolo, padre de un ciclón aplacado, esposo de una brisa apaciguada y juro que me vengaré, en esta ruta o en la otra."

Porque me prometí hacerlo y ya la semana pasada tuve la oportunidad de camino a Sobradiel, Torres de Berrellén, Alagón y las murallas de Grisén pero fui indulgente y compasivo.

Indulgente al observar en el Parque deportivo Ebro que el número de alazanes que acudían a ese punto de quedada rozaba la veintena.
Compasivo al comprobar que uno de ellos era una vez más el admirado Arturo, ya de vuelta de su merecido y aislado descanso estival y que ofreció una entrada triunfal con una rueda pinchada . Eso le  pasa por cambiar las cubiertas. Con la seguridad que le daban las slick lisas ¿verdad?
Benevolente con los compañeros que aguardaron y ayudaron a reparar este infortunio para después salir a todo tren en busca del grueso del pelotón, el cual había iniciado la marcha minutos antes.
Considerado con Luis Javier quien pretendía impregnarse de la bonanza de la naturaleza y de los canturreos de las aves y fue sometido al implacable vía crucis del Dj. Mikel On y sus grandes éxitos.
Transigente con Juanmi, pues en una ruta anterior la incredulidad se adueñó de él al ser testigo de la mala fortuna de esta grupeta por la rotura de dos cadenas y dos pinchazos en la misma jornada.
Clemente con Jose Sanlo porque teniendo tan próxima la boda de su hija hubiera sido descortés e incluso de mal gusto haberle ocasionado cualquier mal. Y más aún teniendo la orgullosa y afortunada obligación de ejercer de padrino en la ceremonia.
Benigno con Luis C. quien ya padeció en la ruta de su debut mucho más de lo justo y necesario por lo que prefiero dejar que se confíe antes de caer vilmente sobre él. Tiempo al tiempo.
Tolerante con Georgi quien, a pesar de dar la impresión de ser un alma libre y algo rebelde como yo, está empapándose de los sabios consejos de las viejas glorias para rodar por el buen camino.
Afectuoso y bondadoso con Humberto, víctima de la caída del día y que a pesar de quitarle hierro al golpetazo ante los compañeros que continuamente se preocupaban por él su rostro reflejaba a las claras que la procesión iba por dentro. 

Al resto, ay al resto, a esos si que les tengo ganas desde hace ya cuatro meses cuando iniciaron esta nueva andadura. Si que les tengo ganas, si, tanto bailecito y tanto ji ji ja ja. Tuve la tentación de descargar sobre ellos toda mi furia a su paso por el Jalón pero para fortuna de ellos el nivel del caudal les impidió cruzarlo como tenían previsto. Lástima.

Ser tan benévolo en esta ocasión al menos me sirvió para disfrutar del Tik Tok de la “patita, patita, pam, pam”, de cómo saludaban y hacían la ola a los ciclistas que pasaban frente a ellos mientras reparaban el segundo pinchazo de Arturo (y es que este hombre ya no sabe que hacer para estar más rato con estos indisciplinados sin talento) y del último arreón con el que se auto fustigaron los más intrépidos cuando entraron al trapo ante la provocación del descerebrado del cual prefiero omitir su nombre.

Pero esta semana y parafraseando al Padrino os hice una oferta que no debíais rechazar: quedaros en casa y no salgáis a rodar pues mi generosidad y bondad hacia vosotros se ha agotado. Y cual fue vuestra respuesta? Ni más ni menos y en tono chulesco, irónico y burlón: 
“Que delicia oler napalm por la mañana” (Apocalypse now).                  

Así que cuando quise darme cuenta una decena de alazanes se habían concentrado en el parque del Zig-Zag para iniciar la rodada hacia el Burgo de Ebro lo cual avivó mi ira ante tal agravio, el rencor frente a semejante menosprecio y la frustración de sentirme ignorado. Bien lo ibais a pagar. El día de la venganza había llegado por fin. De nada os serviría traer caras nuevas como la de Rubén o poderosos compañeros como Alberto Garry o que Manolo estrenara una nueva arma de carbono para enfrentarse a mis malas artes.

Agazapado como un  leopardo me mantuve inerte mientras confiados rodabais por el canal hacia el cementerio del Burgo. Incluso me otorgué la licencia de impulsaros levemente y de forma imperceptible para alimentar vuestro ánimo y vigor. 
“Houston, tenemos un problema”: el lugar de la emboscada estaba presto y dispuesto y nada más girar a la derecha para enfilar las cuestas de la subida a la Ermita de San Jorge me encaré frente a vosotros para disputar el primer asalto. Mi deseo quedó hecho añicos pues la mayoría logró coronar la cumbre. Los que inteligentemente evitaron esa última y dificultosa rampa  culminaron con bravura y merecedores de un aplauso la primera parte de la ascensión. Derrotado aguardaría una ocasión más propicia.

El resto de la ruta hasta la Presa de Pina permanecí en la sombra, etéreo y volátil, acompañándolos de manera imperceptible y recobrando energías por el esfuerzo realizado. Al igual que haríais vosotros al llegar a la presa: pis-stop, descanso de las maltrechas posaderas, ingesta de suculentas viandas, sesión de fotos de pasarela, videos a lo Steven Spielberg y como no... ... el Tik Tok. En esta ocasión la afortunada a la que rindieron homenaje fue Gloria Estefan con su popular “Conga”. Incluso hubo quien aprovechó la parada para cruzar en bici hasta la mitad de la presa. Ay Ferni ... si te llego a ver a tiempo tú no te escapas seco.

Y llegó el momento de la guerra sin cuartel: la vuelta hasta la Cartuja. Ahí si que puedo decir que desaté toda mi furia para intentar frenaros pero como en otras ocasiones teníais bien claro como rodar: buscando rebufos en los que resguardarse, cogiendo rueda de los más corpulentos, arropando a los que más sufrían, relevando al compañero de cabeza... ... ... Y así no hay manera. De nuevo derrotado.
“La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”(Forrest Gump). Pues a mí me volvió a tocar el bombón amargo. Y más amargo me quedé contemplando como aún os quedaron fuerzas, aliento y decisión para rodar a mil por el camino de la Alfranca hasta el Azud.

Y viéndolos después en La Barca, palmeando, cantando, rodeados de gélidas cervezas con sus preceptivos platos de patatas y con esas caras de satisfacción y regocijo me quedó claro: los únicos pesares que unen a estos caballeros alazanes son los que tienen en las piernas de tanto pedalear, en la cintura de tanto bailoteo y en la mandíbula de tanto reír. El resto, sonreírle a la vida con camaradería, compañerismo, respeto, alegría y divertimento. Mi batalla, como la de quien intente ponerles piedras en los caminos y palos en los ruedas, estaba perdida y por ello desde hoy no me queda ninguna duda que cada embestida y hostigamiento que reciben los hace más fuertes.

Y como de cine va la cosa aún tuve que aguantar su burla en la despedida cuando alzaron la voz con una memorable cita del Sargento de artillería Highway (Clint Eastwood, El sargento de hierro): 
“Puedes pegarme, puedes tirarme al suelo, incluso escupirme y mearme. Pero por favor: no me aburras”.
A lo que yo educadamente, pero también para que os quede claro, contesté: 
“Volveré” (Terminator)

Por algo: “Mi nombre es Máximo Cierzo Mañico... ... ...”

Ojalá algunas heridas fueran como el cierzo quien viendo y comprendiendo que después de tanto tiempo la rivalidad ya no tiene sentido ni razón de ser se disipa y difumina hasta convertirse en una brisa de entendimiento, armonía y cordialidad. 

“Hasta la vista Baby” (Terminator 2)

 

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